EL RADAR

Disturbios en Gràcia: Violencia(s)

Fijarse y criticar solo la violencia ajena y no la propia solo lleva a una inútil espiral de 'sí pero y tú más'

La primera víctima cuando la confluencia de violencias enciende la 'rosa de foc' son los grises

Varios mossos intentan sofocar uno de los incendios provocados en Gràcia.

Varios mossos intentan sofocar uno de los incendios provocados en Gràcia. / ALBERT BERTRAN

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Joan Cañete Bayle
Joan Cañete Bayle

Subdirector de EL PERIÓDICO.

Especialista en Internacional, Transformación Digital, Política, Sociedad, Información Local, Análisis de Audiencias

Escribe desde España, Estados Unidos, Israel, Palestina, Oriente Medio

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En un encuentro con diez lectores de EL PERIÓDICO hace ahora casi dos años, el entonces diputado de la CUP en el Parlament, David Fernàndez, reflexionaba así sobre la violencia acontecida en Can Vies: “Can Vies deja 350 contenedores quemados, escaparates de bancos e inmobiliarias rotos, 67 detenidos que serán procesados, 2 encarcelados. Sin banalizar: el agujero de Catalunya Caixa deja 12 millones de contenedores quemados, ningún detenido, ningún encarcelado y algunos procesados porque los hemos denunciado nosotros. Nosotros estamos por una sociedad libre de violencias, de todas las violencias”. Y añadió: “Romper el cristal de un banco es violencia, pero hay mucha más a diario en su consejo de administración contra las personas desahuciadas”. Por lo que hablamos al final del encuentro con algunos de los lectores, en este asunto Fernàndez convenció pero no venció. O dicho de otra forma: a nadie le gusta la idea de que cualquier noche le vuelquen o algo peor el coche en una manifestación incluso aunque esté de acuerdo con los motivos de esa manifestación.

Algo parecido sucede con los violentos disturbios que ha habido esta semana en Gràcia a raíz de la evacuación del Banc Expropiat. Hemos recibido en Entre Todos bastantes cartas al respecto, y pocas toman partido por los jóvenes que protestan contra el desalojo. “Hay muchas entidades sociales que también ofrecen apoyo al vecindario haciendo diversas tareas de apoyo a las familias y al entramado social donde están establecidas. Muchas de estos tienen suficientes problemas para cuadrar las cuentas (...). Me consta que algunas de ellas han tenido que cerrar por no poder hacer frente los gastos (...) No he visto que los responsables de estas entidades destrozaran el mobiliario urbano”, escribe el informático Xavier Lorda en una opinión bastante repetida.

No hacemos demoscopia en Entre Todos, pero sí detectamos que en la conversación pública la violencia de estos días en Gràcia genera rechazo incluso entre muchos que están de acuerdo con Fernàndez en que se da mucha más violencia a diario en el consejo de administración de un banco. “Es posible que una mayoría de los que ya tenemos una edad nos fijemos más en el aspecto negativo, entre otras cosas porque tenemos más de un conocido con alguna propiedad ocupada que un amigo que esté ocupando una”, escribe Eulàlia Isabel Rodríguez Pitarque, profesora, que añade: “El problema de fondo no son las ocupaciones ilegales de las propiedades de los demás; el verdadero problema son los desahucios, la falta de trabajo, el paro, la pobreza, la miseria... Las ocupaciones solo evidencian una parte de todo esto”.

Aquí es donde en la conversación se entra en la espiral del ‘sí, pero’. Sí, pero no por ello hay que quemar contenedores y romper escaparates. Sí, pero los jóvenes solo responden a la violencia represiva de los antidisturbios (que no son, precisamente, el cuerpo policial más popular, algo que se han ganado a pulso, desde el desalojo de la plaza de Catalunya indignada a Esther Quintana, por no remontarse muy atrás). Sí, pero no podemos vivir en una sociedad sin policía y sin normas. Sí, pero el barrio apoya al centro okupado. Sí, pero los vecinos están hartos del ruido, el botellón y los pintas. Sí, pero los mossos golpearon a un periodista de ‘La Directa’. Sí, pero los okupas agredieron a un cámara de TV-3. Si, pero la escandalosa manipulación de los medios del ‘establishment’. Sí, pero la incitación y el escarnio en las redes sociales. Sí, pero tú, violento. Sí, pero y tú más, facha.

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En este caso el asunto se complica aún más porque tenemos a unos okupas que en realidad eran inquilinos porque un alcalde ‘d’ordre’ decidió pagarles el alquiler del centro okupado, y a una alcaldesa activista que decidió dejar de pagar ese mismo alquiler y que defiende la actuación de los mossos al mismo tiempo que les pide “proporcionalidad”. Mientras, en lo único que coinciden los unos y los otros es que la alcaldesa les ha fallado, unos porque no mantiene el orden en la ciudad, los otros porque se ha vuelto una mujer de orden.

La primera víctima cuando la confluencia de violencias enciende la ‘rosa de foc’ son los grises. Quemar contenedores no quita razón de fondo al argumento de las desigualdades sociales. Que haya violencia policial desproporcionada no quita que la policía debe velar por la seguridad en el espacio público. Romper cristales está mal; las preferentes, peor porque afectan a más gente. Una forma de violencia es encerrarse en la propia trinchera y enterrar la cabeza bajo la arena. Otra es ver la violencia ajena y no la propia. Y otra más es negar los argumentos de fondo usando la violencia como excusa. Todo ello solo contribuye a generar más violencia. Y así vamos.