TERTULIA EN LA VERNEDA

«Debemos exigir más»

Cuatro amigos debaten sobre el papel de los ciudadanos en la limpieza del sistema

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INMA SANTOS HERRERA
BARCELONA

«A ver, Antonio, ¿me vas a decir que cuando trabajabas en el banco y los clientes te venían con regalos los rechazabas?»Sentado a la mesa en la terraza del bar La Viña, en la Verneda, Antonio Herrera Valiente, prejubilado de 54 años, encajaba con un gesto que quería decir«no es lo mismo» la pregunta de su amigo Liborio Ortiz ante la mirada atenta de otros dos compañeros de tertulia: Rafa Vega y Juan Frostina. Los cuatro son amigos, -se conocen de toda la vida, del barrio-, parroquianos (y tertulianos) habituales en La Viña y lectores de EL PERIÓDICO. Ayer, estos viejos conocidos se prestaron a compartir su tertulia sobre un tema, la corrupción política, del que suelen hablar cuando coinciden en el bar. De ahí la pregunta a Antonio, a propósito de favores y regalos.

No hay matices en la tertulia en lo que se refiere a la condena de los casos de corrupción que a diario se desvelan («son ya tan habituales como las esquelas», dice, irónico, Antonio). En las causas de la corrupción y las fórmulas para solucionar el problema sí hay más diversidad opiniones. De arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba: esa es la cuestión. Liborio, por ejemplo, lo tiene claro. Este transportista en paro de 53 años afirma que en España la corrupción es casi cultural, que siempre ha existido.«Cuando alguien con cargo no le saca partido le decimos que es tonto», afirma. Así, la clase política vendría a ser un reflejo de la sociedad, en lo bueno y en lo malo. Por eso, cambiar a los políticos en bloque, en caso de que fuera posible esa catarsis que muchos defienden, no solucionaría nada: los nuevos harían lo mismo.

Antonio no lo ve tan claro. Él sí cree en los«políticos honrados» y, por tanto, en la capacidad de regenerarse de los partidos.«La solución pasa por que dentro del mismo partido (sea de derechas o de izquierdas) se condenara con más dureza la corrupción. Ese sería un verdadero cambio», afirma. Lo que no puede ser, concede, es que los mismos que cometen esos fraudes hagan las leyes a medida.

Efectividad

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«Nosotros tenemos diferente ideología y manera de pensar, pero estamos de acuerdo: el que roba, a la cárcel»,afirma enérgico Rafa, de 52 años, presidente de la asociación de vecinos La Trajana y en paro. Juan, de 48 años, cristalero, pide, más que contundencia, efectividad en el cerco al corrupto.«¿De qué sirve ir a la cárcel si no devuelven lo robado?», se pregunta.

Urge, por tanto, controlar un sistema a todos luces imperfecto. Y en esta fase la tertulia de La Viña se mueve hacia la responsabilidad de los ciudadanos.«Es cierto, no se castiga a los políticos en las urnas», concede Antonio.«¿Y de qué sirve votar si con tu voto hacen lo que quieren?», pregunta Juan. Hay coincidencia en pedir la reforma de ley electoral y listas abiertas. Pero solo Antonio piensa que los ciudadanos pueden hacer algo. En cambio, Rafa, Liborio y Juan diagnostican desilusión, apatía, desinterés y unos jóvenes«sin interés por la política». «No como nosotros», sentencia Liborio.