ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS
¿Por qué el centro-derecha resopla?
"CiU tendrá que pactar si quiere la presidencia. Lección de humildad para quien dice escuchar 'la voz del pueblo'"
Xavier Ginesta
Periodista y profesor de la Universitat de Vic
Artur Masno lo ha conseguido. Ni "mayoría excepcional" ni un pueblo que anda junto a su presidente. A este pueblo no le gustan las mayorías absolutas ni los líderes mesiánicos. En resumen, aArtur Masse le ha hecho demasiado larga la campaña, a pesar de ganar las elecciones con una cómoda diferencia en relación al segundo partido.
Por un lado, el líder convergente ha tenido demasiadas trabas: el incidente deBarakaldo y la huelga del 14-N durante la primera semana reavivaron el debate social; los chapuceros borradores publicados por'El Mundo',en la segunda, lo hicieron jugar a la contra cuando había navegado por aguas tranquilas toda la precampaña, con el permiso deJosep Antoni Duran Lleida,que antes del esprint final había sido un estorbo cada vez que quería quedar bien con el 'establishment' madrileño. Entonces, ha callado pero el mal ya está hecho. Por otro lado, el perfil bíblico que tomó la figura del 'president' en el inicio de esta --demasiada épica y poco calvinista-- puede haber contribuido a que el electorado independentista indeciso (¿CiU o ERC?) acabara abrazando a un Junqueras que se ha acabado encontrando cómodo en el discurso constructivo y cómplice con CiU, pero también crítico con los recortes.Junqueras, 'el chico de la caja de herramientas', será elsocio lógicode Mas en el nuevo hemiciclo.
La "mayoría excepcional"queda lejos. CiU tendrá que pactar si quiere la presidencia. Lección de humildad para quien dice escuchar “la voz del pueblo”. Ahora, 'president', habrá que dialogar mucho. Y, visto cómo ha ido el escrutinio, solo queda hacer un esfuerzo final y clamar un "¡podría haber sido peor!" Con los resultados en la mano, parece claro que aquella imagen que soñaba Oriol Junqueras (ERC) de ser una desbrozadora para Artur Mas en el camino hacia la independencia podrá ser posible, ahora más que nunca si el 'president' no se echa atrás --elbloque nacionalen elParlament quedará más o menos como el 2010-- y continúa con el objetivo marcado desde el comienzo.
Pero los recortes no perdonan. La mayoría absoluta se ha esfumado y algunos no dudarán en tildar los resultados de CiU como un fracaso. Pero, al otro lado del eje nacional, el PP tampoco puede echar cohetes.Alícia Sánchez-Camacho, a pesar de mejorar resultados, tiene que entender que el discurso del miedo tampoco aporta y, por lo tanto, tampoco puede capitalizar todo el descontento. Los ciudadanos quieren propuestas y el PP no ha estado por el trabajo. El votante histórico del PP es fiel, pero el partido tiene poca capacidad para llegar a nuevos perfiles. Además, la complicidad que se ha demostrado entre quienes controlan las 'cloacas' del Estado y la'Brunete mediática'no ha mejorado la imagen delPartido Popular; más bien al contrario, ya que seguramente ha vuelto a poner en evidencia la maquinaria del Estado y ha ayudado a hacer más fuerte el flujo de votantes hacia la izquierda independentista,ERC y la recién llegadaCUP.
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