UNA HISTORIA DEL EIXAMPLE... el Palau Robert
La casa del poder
El Palau Robert ha sobrevivido durante 114 años en manos de las élites económicas y políticas del momento en un enclave privilegiado
El cruce del paseo de Gràcia y la Diagonal forma cuatro esquinas. Solo una de ellas conserva un inmueble durante más de cien años: el Palau Robert. "La importancia del edificio viene dada por su enclave urbanístico en uno de los puntos neurálgicos de Barcelona", resume el exsubdirector de obras y servicios del Departament de Presidència de la Generalitat, Miquel Àngel Ramos.
"El Palau Robert es el símbolo de una élite privilegiada que se ha mantenido en la cúspide del sistema", añade Mónica Cuende, periodista y una de las autoras de Històries del Palau Robert. Desde la alta burguesía aristocrática hasta la Generalitat, pasando por el régimen franquista o empresarios relacionados con la dictadura, la historia del Palau Robert es la historia de un linaje de poder.
BURGUESÍA ARISTOCRÁTICA
Roberto Robert Surís era un conocido financiero, accionista de las empresas más importantes de finales del siglo XIX, y diputado del Partido Conservador. "Pero lo que le permite ascender en las altas esferas es el matrimonio con la aristócrata Dolores de Carles", explica Cuende. El empresario deviene marqués de Serralavega y conde de Torroella de Montgrí, título otorgado por el rey Alfonso XIII. El marqués confió el diseño del Palau Robert al arquitecto francés Henry Grandpierre, que había trabajado en la Exposición Universal de París. La construcción finalizó en 1903 "y es un claro ejemplo del estilo neoclásico de las mansiones que se construían en el paseo de Gràcia", comenta Ramos.
Tras el fallecimiento de Roberto Robert en 1929, sus dos hijos herederos, Joaquim y Robert, conciben otros planes para la residencia. Querían convertirla en hotel, sala de fiestas, teatro, cabaret y frontón, "pero la Generalitat les incauta el palacio por apoyar al golpe de estado franquista -revela Cuende-. Tras la victoria de Franco, se convierte en la sede donde se expedían salvoconductos hasta que fue devuelto a sus dueños en 1940".
Ahora el palacio es el Centre d'Informació de Catalunya y está adscrito al Departament de Presidència desde 1981, tras haber sido propiedad del Banco Central y de Julio Muñoz Ramonet, estraperlista conectado con el franquismo, que hizo fortuna con el algodón en el mercado negro.
EL BUS DE LA LIBERTAD
El Palau Robert ya estuvo relacionado con la Generalitat en la guerra civil cuando el conseller Josep Tarradellasconseller lo convirtió en sede de Cultura. "Entonces, un grupo de bibliotecarias se jugó la vida para llevar libros a los soldados del frente con un autobús que salía del palacio -explica Cuende-. Se hacían llamar las milicianas de la cultura". Fue el mismo bus que utilizaron Mercè Rodoreda, Pere Quart y otros miembros de la Institució de les Lletres Catalanes para huir al exilio cuando Franco invade Barcelona. Un bibliobús que fue desde el Palau Robert a la libertad.
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