Nuevos contenidos pedagógicos

Prever los pasos de un gato

M. J. I. / C. J.
BARCELONA

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Un gato ha de ir de un extremo a otro de un laberinto. Fácil. En una consola o un ordenador, se mueven unas cuantas veces los cursores en varias direcciones y el bicho llega a su destino. A través del lenguaje Scratch hay que analizar cada una de las acciones, imaginarlas y crear la secuencia combinando órdenes en una pantalla. «Secuenciar las órdenes ayuda a estructurar el pensamiento. Si hacen una correlación y la leen, es que son capaces de entenderlo. Y cuando se les mueve el gato, es para ver la cara que ponen», explica Tomás Arroyo, profesor de informática de la escuela Baró de Viver, en el distrito de Sant Andreu en Barcelona.

Allá, «al otro lado de las vías», como dicen los profesores, la programación se usa para aprender inglés, música, educación física o los animales de la Amazonia. «No queríamos introducirla como algo aislado, sino que los niños le encontraran un significado. Para la Amazonia, por ejemplo, les hacíamos programar el camino para salvar a los animales con un Beebot (un robot muy sencillo) y descubrimos que la facilidad que no tenían con el papel y el lápiz la tenían con un robot», explica Maica Jiménez, la entusiasta jefa de estudios de un centro considerado, en jerga administrativa, «de entorno social complejo».

En la clase de cuarto curso, Jesús y Abdalá se pelean por el control del ratón, mientras Aamna y Cristian van montando las piezas de un Lego WeDo que después moverán programándolo en una pantalla. Samira y Paula ya han logrado cambiar el sentido del motor de su muñeco, mientras Rocío y Fran pugnan por que su monigote encuentre el camino indicado. «Me gusta programar, pero la verdad es que cuesta un poquito», confiesa Rocío, que no cesa en su empeño para que su actividad funcione de una vez.

Con material prestado

El material, prestado por el centro de recursos educativos de Sant Andreu del Consell de l'Educació municipal, se cuida con mimo, porque deberá pasar a otro centro, menos el Beebot, que los profesores ganaron en un concurso. Para el año próximo, la escuela está pensando si compran unas cuantas tabletas.

También en el Eixample barcelonés, en la escuela pública Els Llorers, padres y profesores se están planteando la posibilidad de adquirir sus propias tabletas, después del éxito que han tenido las prestadas por el centro de recursos pedagógicos del distrito y que tanto entusiasmo han despertado entre los alumnos. «De momento, este año el ampa ya ha hecho un esfuerzo importante comprando el Scratch... Vamos a ver qué pasa con las tabletas», avisa la directora, Mercè Ferrer.

Por los pasillos de la segunda planta del colegio -un edificio de aspecto noble, con amplios ventanales y un gran patio interior con varias palmeras-, los alumnos de cuarto preparan hoy una stop motion, una pequeña película de animación a la que luego pondrán música, «si hay tiempo», explica el profesor de Tecnología Josep Gausach.

Manos a la obra, a los chicos les bastan unas indicaciones muy sencillas para saber en seguida en qué consiste el ejercicio. «Es cierto que esta generación es ya una generación de nativos digitales y que apenas hay que explicarles cómo se usa todas estas tecnologías. Con el Scratch, las Beebot y las tabletas están aprendiendo, desde luego, matemáticas, lenguas y diseño artístico...», indica la directora.

«Pero además, aprovechamos la ocasión para que, de paso, aprendan a dar un buen uso a todos estos materiales, que aprendan a compartir y a colaborar, y que demuestren que saben cuidar el material», subraya la responsable de Els Llorers.