Lori Meyers, el grupo preferido de los festivales

Lory Meyers

Lory Meyers / Álfredo Casas

CARLOS MARCOS / Madrid

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Huele a marihuana en el único lugar donde se trabaja hoy en Loja, el local de ensayo de Lori Meyers. Es día de San Marcos, cuando los 20.000 habitantes del municipio granadino celebran su fiesta campestre. El pueblo echa el cierre, las familias llenan sus coches con tarteras y neveras y se reúnen en el campo para comer y beber. Y es sagrado. Caminar por el pueblo se hace desesperante: ni una tienda ni un bar (y, créanme, hay muchos) ni un banco abiertos. Nada. Solo una valiente gasolinera ha retado a San Marcos. La tienda anexa a este establecimiento servirá más tarde a nuestros protagonistas para aprovisionarse de cervezas. Porque también desautorizan a San Marcos trabajando, curiosamente, los habitantes más famosos de Loja, el grupo de pop Lori Meyers, banda que, junto a Vetusta Morla y Love of Lesbian, consigue dignificar un estilo musical que en España siempre se ha atrincherado en nichos, con todas las limitaciones que cercan estos compartimentos. Los comerciales por un lado (El Canto del Loco, La Oreja de Van Gogh...); los indies por otro (Nacho Vegas, Standstill...). Lori Meyers está en medio, tanto en estilo musical como en popularidad. Esta peculiaridad, un conjunto de canciones pop adherentes y un concepto de los directos que conjuga la calidad con la diversión les permite ser un grupo ideal para los festivales veraniegos. Los organizadores lo saben y se los rifan.

Las raíces de la banda

Para conocer las raíces de esta banda hay que dirigirse a Paco Méndez, un señor sesentón, arquitecto con poco trabajo en la actualidad, campechano y del Atlético de Madrid. Piense el lector en un tipo ideal para tomar unos chatos. Pues ese es Paco. Es el padre del guitarrista del grupo, Alejandro, y también el responsable de que la banda diera sus primeros pasos. ¿Quizá sin él Lori Meyers no hubiese existido? Quizá. “Les llevaba a tocar en una furgoneta de Panrico de mi cuñado, mandaba sus primeras maquetas a las compañías, hablaba con los dueños de las salas... Hacía de todo: mánager, chófer, productor, transportista...”. Una vez profesionalizados, Paco ha dejado todas esas labores, pero se siente a gusto en compañía de los chicos. De hecho, Lori Meyers ensaya en un amplio local diseñado por él (recuerden, es arquitecto) situado en la zona industrial de Loja.

El grupo agradece su presencia, le trata con enorme cariño y atiende a sus consejos musicales. Paco les corresponde con un discurso preñado de refranes (“quien mucho abarca poco aprieta”, “el que se acuesta con niños mojado se levanta”...) y demostrando mucho más aguante con la bebida que algunos miembros del grupo. Ayer, por ejemplo, Paco salió con Miguel, el bajista, a cañear. Cuando se retiraron, Miguel iba perjudicado. Tanto que hoy se ha presentado en el ensayo con una llamativa herida en la cara que oculta tras unas gafas de sol. “De camino a casa tropecé, caí por un barranco y frené con la cara”, afirma el bajista con seriedad. Los demás se doblan de la risa.

El ensayo continúa. la situación del grupo en el local no tiene nada de azarosa. Antonio López, Noni, (cantante, guitarra y teclados, 32 años) y Alejandro Méndez (guitarra y voces, 30 años) presiden la sala y todos les miran. Son los jefes. Alejandro es el que más indicaciones propone. Noni deja hacer a su compañero, quizá consciente de que su liderazgo ya queda patente en la composición del 90% de los temas de su último disco, Impronta. Interpretan una de las canciones más redondas del álbum, El tiempo pasará. El grupo suena rotundo. A pesar de la hora mañanera (siempre ensayan en horario matinal), la voz de Noni está caliente. La banda ha sufrido un pequeño ajuste en los últimos meses: ha salido el percusionista y se incorpora un teclista, subrayando el protagonismo de este instrumento en el sonido del grupo. El local es una amplia habitación de unos 30 metros cuadrados atestada de cachivaches. Se hace complicado pasear por allí sin pisar algún cable o artilugio. La banda suena engrasada. Corre la cerveza, se fuma y se divierten tocando un tema de Stevie Wonder.

Cuando dos de los tres hijos de Paco (Alejandro, de Lori Meyers, y Julián, que empezó en los Lori, pero ahora tiene carrera en solitario como Checopolaco, además de tocar con Los Planetas) trabaron amistad con Noni, su padre lo tuvo claro: “Cuando escuché cantar a Noni les dije a mis hijos: `Coño, pegaos a este que es un prodigio”. Todavía eran unos adolescentes con acné, pero el arquitecto (también aficionado a la música) ya vio el potencial del futuro cantante del grupo.

De los festivales, hasta ahora

Es la hora de comer. Hay que alejarse del desértico centro de Loja para encontrar un lugar abierto. Al final acabamos en el restaurante de un hotel. La conversación vira al fútbol. Noni muestra, orgulloso, su carnet del Granada. Una de las metas de los escritores de canciones es aprovechar los sofocos sentimentales para la creatividad. Noni acaba de pasar por ello con Impronta, repleto de letras inspiradas en la ruptura con su pareja. Los otros dos miembros fundadores del grupo, Alejandro y Alfredo, también perdieron a sus parejas después de la larga gira anterior. Alejandro: “Fue una casualidad que lo dejáramos con nuestras novias. Teníamos todos relaciones de muchos años. Noni, siete años; Alfredo, tres; yo, cinco... Son cosas que suceden. Lo que pasa es que fue todo en una misma época”. Las letras muestran ese sentimiento, sin adornos, con franqueza, con frases poco habituales en el machote rock español, como “y tengo que decirte que te quiero/ y ser sincero”. El autor, Noni, se confiesa: “Miré en el diccionario de la RAE sinónimos de querer. Y no hay más. Es que es necesario utilizar la palabra amor. Es bonita. Quizá digo tanto en las letras `te quiero¿ porque me cuesta mucho decirlo personalmente a esas personas. Normalmente no lo digo nunca. Cada uno tiene sus movidas”.

Ahora vuelven a estar emparejados. Noni, con la también cantante Anni B Sweet. La chica de Alejandro viaja con el grupo, ya que les ayuda en la organización de los conciertos. El guitarrista esboza una mueca ante el panorama de trabajar con su novia: “El otro día hablaba con Iván Ferreiro de este tema. Él me decía que si no corría peligro mi relación al venir mi novia conmigo. Es que él estuvo ocho años con su novia, que además era su mánager de gira. Es la persona que se encarga de controlar los horarios del músico: a qué hora es la prueba de sonido, a qué hora hay que levantarse, etcétera. ¡Y era su novia! Eso tiene que ser una putada”. Tratamos el tema de su gancho como banda de festival. Noni: “Hombre, somos muy amigos de los organizadores” [Risas].

Alejandro hace una reflexión más seria: “Es que parte de nuestro éxito viene de ahí, del florecimiento de los festivales, desde el año 2000 hasta ahora. Nuestro escaparate han sido los festivales. Pero primero son las canciones, que tienen que ser buenas”. Y Noni vuelve al cachondeo: “Si es que el FIB y el Low Cost se montaron para que tocasen Lori Meyers” [más risas]. También está el evidente tirón que tienen entre el público femenino. Incluso alguien, con mala leche, les calificó como “El Canto del Loco del indie”. Cuando lo escuchan no se alteran: “Bueno, a los Beatles y a los Kinks también iban a verlos muchas adolescentes. No pasa nada. Tenemos los fans más inteligentes: gente intentando disfrutar con y por la música. Si encima vienen muchas chicas, pues mejor...”. Beach Boys, Flamin, Groovies, Los Módulos... Esas son sus influencias. Pero también el flamenco-rock, como comenta Noni: “Uno de los momentos de mi vida del que estoy más orgulloso fue cuando hicimos de banda de acompañamiento de Kiko Veneno. Se lo dije hasta a mi madre: `Mamá, soy un puto máquina: he tocado con Kiko Veneno”.

Casi todos viven en granada (a unos 20 minutos en coche desde Loja). Sus familias siguen en Loja y ellos ensayan aquí. Alfredo, el batería, define el lugar de nacimiento del grupo: “Somos de familias humildes. Loja es complicada. Sangre, sudor y lágrimas. Flores entre espinas. Un sitio de extremos. Es un valle, con su parte baja y su parte alta. En Loja hay que tener mucho coraje para salir adelante. Hay que luchar mucho para sacar las flores de las espinas”. Comentan que el paro está azotando al pueblo. Uno de los afectados es el propio padre de Alejandro. “Mucho, mucho paro. Yo, que soy arquitecto, lo estoy notando bastante. No hay trabajo”, señala. Una de las medidas que ha tomado es cobrar al grupo el alquiler del local, ya que el inmueble es suyo. “Es que están las cosas muy mal...”, se justifica.

El fin de semana que viene, como todos los del verano, se meterán en una furgoneta, para tocar en algún festival. Mientras se hacen unas fotos, un coche frena y se bajan tres chicas. Se quieren fotografiar con ellos. Abajo, en la ladera, Loja palpita. Flores entre espinas.