Tiempo de buñuelos

Dulce tradición. Fritos en abundante aceite y azucarados al máximo, los buñuelos han sido históricamente el dulce que ha hecho más llevadera la abstinencia en tiempo de Cuaresma. De viento o rellenos, los buñuelos son hoy, con permiso de la mona de Pascua, los protagonistas de los hornos en estas fechas.

Con un puntito de anís Tiempo de buñuelos Dulces recién hechos Creatividad artesanal Del obrador a la cafetería Vuelta a los orígenes Clásicos y rellenos_MEDIA_1

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Texto: LUIS BENAVIDES Fotos: RICARD CUGAT

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TRIOMF RAMBLA DEL POBLENOU, 41 Creatividad artesanal

En la pastelería Triomf, conocida por sus deliciosos bombones artesanales y una visión muy creativa de las monas de Pascua, también tienen buñuelos. «Aquí nos avanzamos al miércoles de Ceniza. El jueves lardero, primer día de Carnaval, ya vendemos buñuelos», cuenta Antoni Bellart, quien destaca estas dos fechas concretas como las más fuertes. Después, continúa el hijo del fundador del emblemático establecimiento, este dulce «alegra las ventas» pero disminuyen poco a poco. «Llevan bastante más trabajo de lo que parece, pues solo para los buñuelos tenemos dos personas dedicadas exclusivamente», dice el maestro pastelero.

FORN ELÍAS FRESER, 90 Dulces recién hechos

Un cuadro con diferentes imágenes en blanco y negro repasa cronológicamente el pasado, presente y futuro del Forn Elías. «La primera fotografía es de mis abuelos, que cogieron el horno en 1917, y la última imagen es de mi hijo, que está estudiando para coger el relevo», explica Anna Elías, propietaria de un establecimiento con un obrador a la vista de los clientes con tres turnos, abierto prácticamente 24 horas al día. «En el caso de los buñuelos, la gente puede llevárselos recién hechos, calentitos», cuenta Elías, quien destaca «la alta calidad de los ingredientes y una fermentación larga» como los secretos de sus exitosos buñuelos artesanales.

LA PALMA CLOT, 72 Con un puntito de anís

Aunque la tradición marca el miércoles de Ceniza como el inicio de la Cuaresma, en la pastelería La Palma del barrio de El Clot comenzaron a vender buñuelos a finales de enero. «Tenemos muchos clientes, sobre todo mayores, que en estas fechas entran expresamente buscándolos», cuenta el pastelero Ramon Pérez, al frente de una pastelería en funcionamiento desde 1922. «Nuestros buñuelos son blanditos y con un puntito de anís», añade Pérez, quien ya está preparando la cuarta edición de La mona solidaria, un pastel gigante con motivos de actualidad que se reparte entre los vecinos a cambio de algo de comida para el Banc d'Aliments.

CAL MINGO MARIÀ AGUILÓ, 51 Clásicos y rellenos

La clientela de Cal Mingo puede llevarse tres tipos de buñuelos: clásicos, rellenos de crema catalana y rellenos de nata. Y rara vez escogen. «La gente suele pedir unos pocos de cada, porque los tres están muy buenos», bromea la dependienta, Ruth Domingo. Con cinco puntos de venta en Sant Martí, la cuarta generación de Cal Mingo trabaja el pan prácticamente de la misma manera que en 1910, cuando comenzaron a despachar pan en la tienda de la calle de Marià Aguiló. «Tenemos pan de muchos tipos, sin levadura artificial y harinas de primera», cuenta la encargada, Pili Rebollo.

CRUIXENT PUJADES, 173 Vuelta a los orígenes

Después de llevar hasta cinco panaderías en el Eixample, el maestro panadero Josep Antoni Ribas decidió concentrar todos su esfuerzos en un solo establecimiento situado en el Poblenou. «La idea de Cruixent es hacer pan como antes, volver al origen del oficio porque el sector está perdiendo el norte», cuenta Ribas, quien agradece el buen recibimiento por parte de los vecinos desde su apertura hace medio año. «Hemos doblado el personal al haber multiplicado por dos las expectativas», añade. Los buñuelos, continúa Ribas, son «una tradición que no puede faltar» estos días.

SISÓ CLOT, 128 Del obrador a la cafetería

De viento o del Empordà. Son las dos variedades de buñuelos que ofrece la pastelería Sisó, en la calle del Clot. «La única diferencia entre ambas está en la consistencia, porque los del Empordà tienen más masa, y por eso se venden por igual», explica la encargada, Mari Carmen Sabadiego. «Es algo clásico y sencillo que debes tener, sobre todo en una pastelería de barrio, porque aquí la gente te los pide pasado el Carnaval», añade la dependienta de un negocio con un acogedor y luminoso servicio de cafetería donde pueden degustarse estos y otros dulces elaborados en su propio obrador.