un vecino llamado... Ángel Corella, bailarín

«Ciutat Vella palpita muy fuerte desde primera hora del día»

<b>De Manhattan a Ciutat Vella. Ángel Corella, </b>que fue primer bailarín del American Ballet Theatre de Nueva York, reside hoy entre el Born y la Rambla, en el mismo distrito en el que la fundación que lleva su nombre tiene su escuela de danza y la sede del Barcelona Ballet.

El Palau «Bailar aquí es sentirse parte de una joya» «HE BAILADO EN LOS TEATROS MÁS IMPORTANTES DEL MUNDO Y NINGUNO TIENE LA ENERGÍA DEL PALAU DE LA MÚSICA. AQUÍ BRILLAS COMO UN RUBÍ»

El Palau «Bailar aquí es sentirse parte de una joya» «HE BAILADO EN LOS TEATROS MÁS IMPORTANTES DEL MUNDO Y NINGUNO TIENE LA ENERGÍA DEL PALAU DE LA MÚSICA. AQUÍ BRILLAS COMO UN RUBÍ»

CARME ESCALES
BARCELONA

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«Cuando Ángel Corella llegó al American Ballet Theatre de Nueva York, ninguno de sus encantos se podía negar.(...) Su sonrisa podía fundir un iceberg y era tan fácil para él dibujar piruetas en el aire como para los otros respirar».Así presentaba Gia Kourglas -editora de temas de danza enTime Out New York- en las páginas deThe New York Timesal bailarín español tras su actuación con El lago de los cisnes, el pasado junio en la ciudad estadounidense.

El hombre que vuela porque baila con sus puntas de los pies sobre el suelo, pero también en el aire, reside en Ciutat Vella, entre la Rambla y el Born, muy cerca de la sede del Barcelona Ballet, la compañía de danza que fundó, dirige y de la que Corella es bailarín principal. Es la única compañía de danza clásica de España y en sus aulas de baile, en la calle de Ortigosa, 10-12, entre Trafalgar y

Jonqueres, a pocos metros del Palau de la Música, los bailarines ensayan coreografías como La danza de las horas de La Gioconda, que hasta final de octubre pasado bailaron en la Ópera de Roma.

Espectáculo a pie de calle

Un gran ventanal de la escuela de danza de Ángel Corella congrega espectadores a diario en la calle de Ortigosa.«Son, la mayoría, turistas que van al Palau de la Música y, al pasar por delante de la escuela, se paran a mirar cómo bailamos»,explica el bailarín. Los 920 metros cuadrados de ese gran espacio, un paraíso para la danza clásica con cuatro grandes salas y zonas de vestuarios, sastrería, lavandería, oficinas y área de descanso, conservan la estructura exterior de una antigua fábrica. En ella, hoy las máquinas son los cuerpos de los bailarines, y el producto, espectáculos que viajan más allá de esta ciudad, en la que Corella y su familia lo primero que abrieron fue una tienda de ropa de baile.

«Estaba en la Gran Vía, en el Eixample. Mis padres tenían una ya en Madrid, que aún hoy llevan ellos, y decidimos abrir otra en Barcelona, que ha estado abierta hasta hace poco»,explica Corella. Se cerró la tienda, pero se abrió la escuela en la que niños y adultos (de 4 a 80 años) aprenden a bailar de la mano de verdaderos profesionales de una compañía que ha puesto el sello propio de la danza en Barcelona y que el 24 y 25 de este mes baila en Sant Cugat.

«Yo siempre quise vivir en Barcelona. Desde que vine la primera vez, me gustó la estructura de esta ciudad. Personal y artísticamente le tengo mucho cariño a Barcelona», dice el bailarín que ha danzado ante destacadas personalidades mundiales, como los últimos presidentes de EEUU, Clinton, Bush y Obama.

Corella dejó su piso en Manhattan y desde el mes de enero de este año vive en Ciutat Vella.«El centro de la ciudad de Barcelona, una ciudad tan turística, palpita fuertemente desde primeras horas del día, y levantarse con esa energía, supone cargar las pilas para todo el día», dice Corella de la zona de la ciudad en la que despierta cada mañana, cuando no está de viaje. Una energía que le viene bien para sus actividades cotidianas fuera de sus mallas de bailarín.«La dirección de la compañía implica muchas gestiones, como visitas para tratar de cerrar proyectos. De todos modos, en la compañía todos somos un poco hombre orquesta y realizamos todo tipo de trabajos», señala el bailarín. «Para mis recados de producción, cojo mi mochila y la bici y me paso el día de aquí para allá. No paro un momento».

Un barrio, un sueño

Ángel Corella vive en el distrito en el que le gustaría afincar una programación estable de danza clásica.«Si el Liceu tuviera ese cartel, no tendría que acudir a compañías extranjeras para que el público pudiera ver clásicos como El Cascanueces. El clásico siempre será el clásico. Además que se estaría creando un producto que ayudaría a vender todavía más a esta ciudad como ya lo hace el Bar-ça», considera el bailarín.

Corella nació en Madrid en noviembre de 1975 y a los siete años empezó a bailar en una academia de Colmenar Viejo.«Allí aprendían danza mis hermanas. Yo hacía kárate. Pero un día, a un compañero le rompieron la nariz en una clase y yo cogí miedo y no quise volver. Entonces mi madre me dejaba esperándola en la clase de danza de mis hermanas y, yo por mi cuenta, allí, mirando, empecé también a bailar», explica. Hasta que no entró en la compañía de Víctor Ullate, a los 14 años, Corella fue siempre el único chico en sus clases de baile.«Y por eso, en la escuela, una compañera, gordita, un chico con rasgos orientales y yo siempre fuimos marginados», recuerda. «La danza me permitió expresarme y contar quién soy» .