CITA INTERNACIONAL EN BCN

Goles a ciegas

La selección catalana de goalball, masculina y femenina, disputa este fin de semana el torneo internacional Ciutat de Barcelona

Entrenamiento de la selección catalana de goalball en el CAR de Sant Cugat.

Entrenamiento de la selección catalana de goalball en el CAR de Sant Cugat. / periodico

Jordi Tió

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No ven nada pero saben perfectamente dónde lanzan el balón. Lo sabe el que tira y también el que aguarda al otro lado del campo, tensionado como una plancha de acero, con el reto de detener la pelota, de 1,25 kilos de peso, que llega a toda velocidad. El impacto duele de lo lindo, desde luego, pero más daño hace que te marquen un gol. Lo saben bien los integrantes de la selección catalana masculina y femenina de goalball, que llevan días preparando su participación en el primer torneo internacional Ciutat de Barcelona, competición que, organizada por la Federació Catalana d’Esports per Cecs (con el apoyo de la ONCE y el ayuntamiento), empezó ayer y finaliza mañana.

El campeonato, en el que participan Cantabria, Alemania, Argelia y Catalunya, en la modalidad masculina, y Bélgica, Hungría, Aragón y Catalunya, en la femenina, se celebra en la delegación de la ONCE de la capital catalana (calle Sepúlveda, 1).

«Llevamos días entrenando con intensidad porque queremos hacer una buena competición ante rivales de gran nivel», explica David Huguet, seleccionador catalán y, desde hace años, uno de los principales precursores del goalball en España, un deporte para ciegos y discapacitados visuales que se juega con un antifaz para impedir ver nada al que tiene algo de visión, por pequeña que sea. Cada equipo está formado por cinco o seis jugadores, pero solo tres pueden estar en el terreno de juego, una pista de 18 metros de largo por 9 de ancho, espacio que ocupa la portería, sin duda, la más grande de todos los deportes.

Silencio, se juega

Pero a pesar de la amplitud de la meta, marcar no es nada fácil. Y es que los equipos se esmeran en defender con uñas y dientes para evitar que la pelota cruce la línea de gol. El balón lleva cascabeles en su interior para que los jugadores puedan saber por dónde llegará el disparo, por lo que es imprescindible jugar en absoluto silencio, igual que el tenis. Eso sí, cuando entra la pelota, los decibelios se desbocan. Es la emoción de meter un gol, aunque sea a ciegas.

«Creo que soy mejor lanzador que defensor, aunque también me gusta parar las pelotas que vienen con fuerza», explica Félix Vargas, una de las figuras emergentes del goalball que juega en el Chamartín, en Primera División. Vargas, cuya especialidad es lanzar tras hacer un giro de 360 grados sobre si mismo para coger más potencia (algunas mediciones han llegado a calcular lanzamientos a una velocidad de seis metros por segundo), cuenta que cuando entras frío en la pista y recibes un pelotazo, «notas el calor del balón». Antes de perder visión, jugaba a baloncesto en el Akasvayu de Girona. «También probé el atletismo y lanzamiento de peso, pero me aburren los deportes individuales. Por eso disfruto con el goalball», añade Vargas, esperanzado en que el equipo dé su mejor nivel ante potencias como Alemania, subcampeona de Europa, y Argelia, participante en los Juegos Paralímpicos de Brasil.

Cuestión de concentración

Uno de los más veteranos es Miguel Ángel Alonso, Miki para todos, que lleva 17 años en este deporte. «Es muy importante no perder la concentración durante el partido para saber en todo momento dónde está la pelota», explica este jugador del Barcelona, de Primera, al que le gusta lanzar raso, aunque últimamente se apuesta también por el tiro con bote. «A mí no me gusta, pero lanzar botando implica mayor dificultad a la hora de parar el balón».

Joan Bestard, en cambio, es defensor, un central puro nervio al que David, en pleno entrenamiento, le da consignas para colocar la cadera de forma estratégica y evitar que el balón, tras el impacto, salga rebotado hacia la portería. «Cuando paras un lanzamiento tienes una gran satisfacción, pero es imprescindible la concentración y saber escuchar. No lo parece desde fuera, pero este deporte agota física y mentalmente», dice este mallorquín que juega en el Mediterráneo, en Segunda División, y que esta temporada ya ha sido convocado por la selección española. «¿Si duele la pelota? No hay que pensar en ello. Hay que tensionar el abdomen, los brazos y las piernas, ese es el secreto. Y no tener miedo». Aunque admite que lo peor es sufrir un balonazo en la cara. «Hay que cubrirla con los brazos. Si te dan en la cara es que no defiendes bien», concluye.

Otro que vive para la defensa es Jonathan Navarro, un seguro de vida por su envergadura (mide 1,98 metros), extensible a más de tres metros cuando estira los brazos. «Mi función es parar lo que venga», dice. Con un cuerpazo a prueba de balonazos, no olvida los consejos de su madre, más preocupada por su integridad que él mismo. «Siempre me dice: ‘Cuidate la cara, que es tuya y solo tienes una’».

Confianza y comunicación

Entre las chicas, la que atesora más experiencia es Jessica Malagón, participante ya en los Juegos Paralímpicos de Atlanta-96 y en los de Sídney 2000. «Lo que más me gusta del goalball es el juego de equipo, todas aportamos al colectivo», dice. En la misma sintonía se expresa Ainhoa Fabregat. «¿Qué ha de tener un buen equipo? Que todas confíen entre ellas y que haya mucha comunicación».

Eva Núñez explica que su fuerte son los tiros potentes y con efecto. «Intento buscar los ángulos y variar la zona de lanzamiento», detalla, y admite que tras los partidos suelen aparecer algunos moratones por el cuerpo. «Son los pelotazos, pero llevamos protecciones en la cadera, las rodillas y también en los pechos».

Anna Morancho lleva cuatro años en este deporte. «Antes de jugar pensaba que era algo aburrido, pero después de probarlo te das cuenta de que es muy dinámico, muy cañero. Vamos, que engancha». Iris Mata se considera mejor defensora que atacante. «Hay que tener paciencia para esperar la pelota y lanzarte a por ella en el último momento». Las cinco juegan en el equipo de la ONCE Catalunya, en Primera, cinco goalboleras que dan espectáculo en la pista.