LA REFLEXIÓN DE UNA EXDEPORTISTA

Hana Kanjaa: "Para encontrar la felicidad hay que dejar de buscarla"

La exparacaidista que flirteó con la muerte en el Peñón de Ifach explica su filosofía de la vida en un libro

Hana Kanjaa, esta semana en Barcelona.

Hana Kanjaa, esta semana en Barcelona. / periodico

Joan Carles Armengol

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En abril del 2011, se quedó colgada durante más de cuatro horas en el Peñón de Ifach, la tremenda roca que preside la localidad de Calpe (Alicante). Era la pionera del salto base en España, la única mujer que se atrevía a lanzarse desde un punto fijo equipada con un paracaídas. Pero aquella mañana primaveral, soleada y sin viento, marcó para siempre su vida.

Hana Kanjaa, una madrileña de 40 años de padres inmigrantes marroquís, convivió durante más de cuatro horas con la posibilidad de una muerte casi segura, colgada en la pared del peñón, a 150 metros del suelo y con la vida pendiente de los hilos que la unían a un paracaídas enredado milagrosamente en el acantilado, hasta que en una audaz operación los bomberos y un experimentado escalador voluntario lograron  rescatarla de las garras de la muerte para depositarla dulcemente en un paseo marítimo abarrotado de curiosos.

"Quizá sin aquel accidente no sería de la manera que soy ahora", confiesa Hana, de paso por Barcelona para presentar un libro ('Querida incertidumbre: te lo debo todo') en el que desgrana no solo ese episodio de su vida sino toda la filosofía que le ha servido para resistir y superar momentos como aquellas intensísimas cuatro horas colgada en el Peñón de Ifach.

"El accidente me dio otra visión sobre la vida. Empecé a tomar decisiones sin temor al ridículo, la crítica, el rechazo o el fracaso"

El impacto del accidente

"Cuando te enfrentas a la muerte tanto tiempo, pensando que en cualquier momento te vas a matar, eso te da otra visión sobre la vida", explica esta menuda pero inquieta mujer que a lo largo de su vida ha "tocado todos los palos", según ella misma dice, y que al final se ha certificado en 'coaching' personal y ejecutivo para ayudar a otras personas a lograr objetivos concretos en la vida.

"El accidente impactó en mí, sobre todo en la forma de hacer las cosas. Me dio otra visión sobre la vida, empecé a tomar decisiones distintas. Le quitas importancia al miedo, a la crítica, al rechazo o al fracaso, y tomas las decisiones sin temor a hacer el ridículo o a que te critiquen", analiza esta mujer tremendamente vitalista que, después de licenciarse inútilmente en Publicidad y Relaciones Públicas, dio la vuelta al mundo, se curtió en más de 20 trabajos para afianzarse finalmente en la ayuda a ella misma… y a los demás.

Lo hace a través de una amplia actividad en la redes, donde ha creado un sugestivo videoblog y ofrece un programa de 'coaching' y formación. Se considera una "malabarista del cambio" y una "domadora del miedo", y en su primera obra en formato de libro, subtitulada gráficamente 'Por qué los días de mierda te hacen mejor persona', Hana acaba dando unas claves casi de antiayuda personal sobre el eterno asunto de la persecución de la felicidad.

Huir de la perfección

"La clave para encontrar la felicidad es precisamente dejar de buscarla. Uno no se puede plantear ‘voy a ser feliz cuando todo en mi vida sea perfecto’ porque esto no es posible. La vida es un lío y siempre te va a dar golpes y te va a poner del revés cuando menos te lo esperas. Lo revolucionario de mi libro, por decirlo de alguna manera, es entender que en nuestro día a día, por muy insatisfechos que estemos con nuestra vida, siempre habrá reductos y espacios que nos pueden hacer sentir esa felicidad. Si dejamos de perseguir la perfección, quizá encontremos valor en lo que estamos viviendo", resume Hana Kanjaa (que no es "un nombre artístico –aclara– me llamo Ben-Bouker de segundo"), madre de dos niñas y relacionada estrechamente en el pasado con el deporte.

Era la niña más veloz de su clase ("ganaba al niño más rápido, pero tuve miedo cuando un club de atletismo me vino a buscar"), jugó al voleibol y, ya de mayor, fue pionera en el paracaidismo, y cultivó también el submarinismo y el snowboard. "Pero nunca me atreví a competir, no me creía capaz de destacar en ningún deporte". Hasta que irrumpieron los deportes de riesgo. "Eso es diferente porque, más que disciplina y mucho entrenamiento, requieren saber gestionar tu miedo, son deportes con los que aprendes mucho sobre ti mismo".

"Con los deportes de riesgo aprendes mucho sobre ti mismo. Requieren saber gestionar tu miedo"

Resiliencia y optimismo

El accidente del Peñón de Ifach acabó de cuajo con su carrera en una modalidad, el salto base (en ese caso con traje de alas, un paso más tras el paracaídas) que se ha cobrado ya muertes de gente tan conocida como Álvaro Bultó y el cocinero madrileño Darío Barrio.

Ella pudo esquivar esa muerte y desde aquel día de abril del 2011 no ha dejado pasar la oportunidad de aprender incluso de las peores experiencias. "Si somos capaces de hacerlo, salimos reforzados y generamos más empatía por los demás. Por eso digo que los días de mierda te hacen mejor persona", analiza Hana, que basa su confianza en dos conceptos, resiliencia y optimismo, y su actitud, en aceptar que pese a la herencia genética (ella la cifra en un 50%) y las circunstancias externas (10%), "tenemos un 40% que depende de tu actitud para tomar el control de nuestras vidas".

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