LA DESPEDIDA DE UN EXAZULGRANA

Deco cuelga las botas

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RAÚL PANIAGUA
BARCELONA

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Fue uno de los jugadores claves en el resurgir de un Barça alicaído, lejos de los éxitos que llegarían en los años posteriores. Junto a Ronaldinho, se convirtió en un futbolista básico en el equipo de Frank Rijkaard. Hablamos del año 2004, cuando Anderson Luis de Souza (Sâo Bernardo do Campo, Sâo Paulo, 1977) aterrizó en el Camp Nou después de conquistar la Champions con el Oporto de Mourinho. Deco era entonces un centrocampista total, que alternaba sus excelentes cualidades técnicas con una capacidad encomiable de presión y sacrificio. Era el futbolista que todo técnico querría tener en su equipo. Luego llegó el bajón, la mala cabeza y el olvido. Ayer, a los 36 años, anunció su retirada después de 17 años de trayectoria, los tres últimos en el Fluminense.

«Con mucha tristeza hago público mi final como futbolista profesional. Los últimos minutos del miércoles pasado con el Fluminense fueron los últimos de 17 años de carrera», explicó Deco. Las lesiones han marcado el tramo final de su trayectoria. Llevaba en el club brasileño desde el 2010 pero sin excesivo brillo. Jamás volvió a ser el jugador que maravilló en el Oporto y, sobre todo, en sus dos primeros años con el Barça, en los que ganó dos Ligas (2005 y 2006) y una Champions (2006). «Me gustaría haber ayudado más al Fluminense, pero el cuerpo no me lo ha permitido. Mis músculos no pueden más». En el palmarés de Deco también figuran dos ligas y tres copas de Portugal, dos Copas inglesas, una Premier y una UEFA. Con la selección lusa, jugó 75 partidos y fue Balón de Plata y mejor jugador de la Eurocopa en el 2004.

Las juergas y el declive

El excelente nivel mostrado en el Barça se truncó por la mala cabeza del portugués. Las fiestas, las juergas nocturnas y las copas empezaron a ganar terreno en su vida con consecuencias evidentes en el terreno de juego. Incluso dio positivo en un control de alcoholemia en pleno centro de Barcelona. Consciente de ello, Pep Guardiola tomó la drástica decisión de prescindir del portugués, algo que jamás le perdonó. Siempre que ha podido ha restado mérito a los éxitos del extécnico culé. «Guardiola no inventó nada. Para valorarle hay que verlo en otros sitios. Mourinho es el mejor», dijo hace unos meses.

Deco se marchó al Chelsea en el 2008 por 10 millones de euros. Entonces pareció una operación ruinosa, sobre todo después de un fulgurante inicio con dos goles en sus dos primeros partidos en la Premier. Pero pronto bajó su nivel, llegaron las lesiones y prolongó su caída hasta su marcha al Fluminense en el 2010.