Análisis

Messi, su gran partido

Messi y Maradona, en el Mundial de Sudáfrica 2010.

Messi y Maradona, en el Mundial de Sudáfrica 2010.

MARTÍN CAPARRÓS

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La Argentina es, sabemos, un país generoso; generoso también con el divertimento de sus ciudadanos. Aquí todo se mueve, todo cambia todo el tiempo. Pero aún entre tanto vaivén, a menos que un huracán se lleve todo, dentro de 50 años alguien seguirá discutiendo siMessi fue mejor queMaradonao viceversa.

Los argumentos van a ser frondosos. Los números deMessison superiores a los deMaradona:mete más goles, gana más campeonatos; es cierto también queMessijuega en el mejor equipo de la historia, peroMaradonapasó por ese mismo club y se tuvo que ir al Nápoles.

Maradonasiempre fue un héroe individual, caballero solitario entre burros y caballos;Messies una pieza ajustadísima del mejor equipo de la historia -y el fútbol, en última instancia, es un deporte colectivo-.Maradonaparecía encajar mejor en equipos mediocres, que lo necesitaran, mucho más que en equipos completos.Messi,en cambio, nunca jugó -probablemente nunca juegue- en un equipo malo. O, por decirlo feo: el peor equipo en el que jugó es la selección argentina.

Y de ahí el argumento más usado: los números deMessison muy superiores, pero para ponerse a la altura deMaradonale falta un Mundial (y haberlo dicho en una filmaciónvilleraen blanco y negro).

De todas formas, más allá de números y logros, son dos jugadores muy distintos, aunque a veces se parezcan tanto. Se diría que lo que empieza enMaradonaculmina enMessi. Maradonajugaba como si estuviera inventando el fútbol con cada movimiento;Messi,como si lo hubiera perfeccionado hasta un punto insuperable.Maradona,como si corriera al borde del abismo con la elegancia y el peligro del mejor equilibrista;Messi,como si lo que hace fuera unapavadade tan fácil. (Alguna vez, creo, escribí que un asesor de imagen debería convencer aMesside tropezar un poco, perder una pelota, mostrar la dificultad extrema de todo eso que él hace parecer tan simple).

Era más lindo apoyar aMaradona:venía de abajo, jugaba de abajo, se peleaba con todos, era un drama sostenido y, a veces, triunfador. En cambio,Messies la monotonía del mercado global: hace todo -lo que nadie hace- con una regularidad casi aburrida. Mucho más que drama es eficacia, y eso no siempre tiene gracia.

Messitiene, además, otras dos grandes desventajas: la primera es queMaradonallegó primero, inventó ese molde que parecía hecho solo para él y que, sin embargo,Messipuede llenar. Por esoMessiempezó su recorrido tratando de ser tan grande comoMaradona; Maradonanunca tuvo ese problema.

Y la otra es que no es muy argentino. Quizá, con el tiempo, termine siéndolo, o pareciéndolo, que no es lo mismo pero es igual. A veces creo queMessies, para los argentinos, como un muñeco que te toca en una rifa. Nosotros no lohicimos,no lo vimos crecer, no lo acompañamos con esa ansiedad con que se sigue a un buen proyecto que hay que llevar con mimos, con cuidado. No; un día nos dijeron que había un muchacho que la rompía en el Barça, que era rosarino y que seguramente jugaría en la selección: caído del cielo.

Por eso, supongo,Messinunca nos pareció del todo nuestro y, sin embargo, es lo más argentino que hay, una síntesis de la argentinidad actual: carne, soja, buena materia prima exportada para que la procesen y la aprovechen lejos. Porque acá no podíamos, no había plata o ganas o interés para pagar su tratamiento, y tuvo que ir a buscarlo a España. Quizá, si nos ponemos un poco radicales, se podría pensar que por eso no terminamos de estar cómodos conMessi:porque nos recuerda demasiado nuestras limitaciones, esa mezcla de talento y desperdicio que solemos ser.

Aunque también apela a nuestros instintos másberretas:el triunfalismo barato, el exitismo, la idea de que un caído del cielo va a salvarnos. Mientras, lo van haciendo argentino los demás: los españoles, que no dudan; los otros europeos, los africanos o chinos o bengalís que te preguntan de dónde sos y cuando les decís argentino ya no te dicen ahMaradonasino ahMessi, Messi.

Está claro que el resto del mundo lo discute cada vez menos. El lunes le dieron por cuarta vez consecutiva el mayor premio individual a un futbolista y que nadie tuvo tantas veces como él.

Hace unos días, el periódico británicoThe Guardian hizo una encuesta sobre quién es el mejor jugador del mundo actualmente yMessila ganó por amplia goleada: «El debate ya está en otro plano: no se trata de saber siMessies el mejor jugador del mundo en este momento sino si puede ser el mejor jugador de la historia. Lleva cuatro años haciendo que lo extraordinario parezca ordinario, produciendo rendimientos sorprendentemente brillantes con una regularidad que ha hecho que ya no sean sorprendentes».

Solo falta que podamos citar esas palabras dentro de un año y medio, cuando lleve a la Argentina a ganarle a Inglaterra -o, si acaso, a Brasil- y ahí va a quedar muy poco lugar para la duda.

Entonces le habrá ganado a todo el mundo salvo a su ídolo primero. Será un partido más en esta lucha rara, interminable, un regalo que no sé si merecemos.