Las repercusiones de la gala

Brindis por un Balón

El Barça festeja en la intimidad el cuarto trofeo de oro de Messi, quien recuerda que aún debe «mejorar» su fútbol

Xavi, Piqué, Alves, Iniesta, Messi, Bartomeu, Rosell y Zubizarreta, en el avión de regreso a Barcelona tras la gala de la FIFA en Zúrich (Suiza).

Xavi, Piqué, Alves, Iniesta, Messi, Bartomeu, Rosell y Zubizarreta, en el avión de regreso a Barcelona tras la gala de la FIFA en Zúrich (Suiza).

MARCOS LÓPEZ
BARCELONA

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Se apagaron las luces en Zúrich, se recogió la alfombra roja hasta el 2014, el Balón de Oro volvió a Castelldefels y Leo Messi, la leyenda del Barça, regresó a la rutina tras un rápido retorno a casa. Un viaje íntimo en el vuelo chárter que pone la FIFA a disposición de los premiados, fotos de sus compañeros (Xavi, Alves, entre otros posaron con la dorada pelota) y las constantes bromas sobre el peculiar traje escogido por la estrella -ese esmóquin de topos blancos que causó sensación en la gala- presidieron el vuelo de regreso.

Todo muy íntimo. Con la familia (hermanos, madres, padres, esposas, novias) y poco más. Con el presidente Sandro Rosell, el vicepresidente deportivo Josep María Bartomeu y el director deportivo Andoni Zubizarreta en representación del club en ese avión de oro que cada invierno cubre la ruta BCN-Zúrich-BCN. «Nunca habrá nadie más como Messi», recalcó ayer el presidente en dos entrevistas radiofónicas (RAC 1 y Catalunya Ràdio). «¿El traje? Me gustó, fue un gesto de carácter. Messi es callado y nunca quiere sobresalir, pero con ese traje dio un toque. Cuando lo vi, pensé: 'Esto está bien'». En los pequeños gestos que son, al mismo tiempo, los más grandes se nota la madurez de Messi, el único que se ha quedado ya solo en la cumbre del Balón de Oro. Tiene cuatro, uno más que Cruyff, Van Basten y Platini.

«ESPÍRITU DE NIÑO TRAVIESO» / Messi se vio traicionado por los nervios, se olvidó de dedicar el premio a Tito y Abidal, mientras Ronaldo salía por la puerta de atrás de la gala sin hablar con la prensa (ya había llegado media hora tarde al acto previo). «Quiero mejorar», reiteró Leo, recordando que el 2012 no ha sido su mejor año a pesar de que marcó 91 goles, cifra jamás alcanzada (ni verificada) por ningún otro futbolista.

Necesita el dueño de cuatro Balones de Oro mejorar, perfeccionar, evolucionar aún más. Si en su inicio fue extremo, luego falso nueve(el delantero que no está en el área y llega por sorpresa), ahora toma prestado el ropaje de Xavi, Busquets, Cesc e Iniesta para caminar por el centro del campo hasta el instante en que revoluciona el partido con sus apariciones. Sus nervios ante un micrófono -«me quedé en blanco»- se convierten en una pasmosa y asombrosa naturalidad cuando tiene el balón.

«Esa timidez es lo que le hace mucho más grande. Demuestra que detrás del gran futbolista aún está ese espíritu de niño travieso que hace que le quieras más», confesó luego Rosell. El niño volvió a casa, se entrenó con el equipo para el duelo copero de mañana ante el Córdoba (0-2 en la ida), recibió el aplauso de la plantilla y a trabajar. Luego, un brindis navideño de Rosell, Bartomeu y Zubi con los jugadores en la ciudad deportiva, el que se aplazó el pasado 19 de diciembre, y comida informal con el cuerpo técnico.

«¿Si es posible que se lleve un quinto? Si sigue así, sí», dijo Rosell «No podemos festejar nada, no hay tiempo», recordó Messi. El balón no se detiene.

Vea el vídeo del anuncio de Messi con el móvil o

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