Messi ahoga a Ronaldo

Goleadores 8 Messi celebra su tanto de cabeza al Mallorca el sábado y Ronaldo lamenta una ocasión perdida en Riazor ante el Deportivo.

Goleadores 8 Messi celebra su tanto de cabeza al Mallorca el sábado y Ronaldo lamenta una ocasión perdida en Riazor ante el Deportivo.

MARCOS LÓPEZ / ANTONIO MERINO

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Camino del vestuario de Riazor, una vez acabada la primera parte, Casillas miró el sábado a un desencajado e irritado Cristiano Ronaldo y con sus dos manos le mandó un mensaje de calma.«Tranquilo, tranquilo», le decía el portero a su estrella. Pero si algo no está Ronaldo es tranquilo. No puede estarlo porque ve que Messi también se le escapa. Corre detrás de Leo pero nunca llega a pillarlo.

No solo lo tiene por delante suyo en el Pichichi (Messi suma 26 goles, Ronaldo 24) sino que en el inicio de la segunda vuelta ha caído en un bache que le tiene atormentado. Mientras Leo marca de todas las maneras posibles (el sábado se estrenó esta temporada con la cabeza), Cristiano ya no sabe qué hacer para festejar un gol. Solo ha logrado dos (ambos a la Real Sociedad) y en los otros seis últimos partidos se ha quedado seco. Uno tira poco (dos disparos de Messi al Mallorca, un gol) y acierta. Otro tira sin parar (ocho remates al Deportivo, uno al palo, dos paradas de Aranzubia) y no encuentra la portería. Así está Ronaldo. Desesperado, diríase que hasta deprimido porque en su ineficacia se ha ido hundiendo también últimamente el Madrid.

Un segundo, un mundo

A Messi, en cambio, cada año la vida le va mejor. Y desde que llegó Guardiola, todavía más. Con Etoo y Henry ya era feliz. Pero no tanto. Con Ibrahimovic, en cambio, torció el gesto, aunque jamás lo dijera públicamente. Y con Villa la felicidad resulta completa. Ayer, curiosamente, hizo un año desde que el técnico, en una decisión que entonces no pareció lo transcendental y valiosa que es ahora, optó por quitar a Messi de la banda derecha y darle toda la libertad táctica para jugar donde realmente quisiera. Así llegó, por ejemplo, el gol al Mallorca.

Un pase de Messi, convertido en interior zurdo, a Keita. Una asistencia de Keita monumental y una jugada deliciosa del argentino con dos remates de cabeza en el área mallorquinista.«¡Y todo lo ha hecho en un segundo!», dijo luego con un indisimulado tono de admiración Andoni Zubizarreta, el director deportivo del Barcelona.«A muchos jugadores ese segundo se les hace un mundo; a él, no»,añadió. «Tiene guasa que el más chiquitito, que mide 1,60 y poco nos meta un gol de cabeza en el área y de vaselina», añadió después Michael Laudrup, el entrenador del Mallorca.

Naturalidad y excitación

Mientras a Messi se le ve disfrutar con lo que hace con esa naturalidad que acostumbra -festejó el gol desde la distancia con Pinto, uno de sus mejores amigos en la plantilla-, Ronaldo no puede ocultar su enfado. En Mallorca, al argentino le costó un poco entrar en el partido, pero cuando se conectó dio la sensación de que no hizo siquiera un gran desgaste físico. En A Coruña, el portugués estaba sobreexcitado, peleado con el mundo. Y con él mismo. Lleva tres partidos seguidos sin marcar, una eternidad para alguien tan competitivo como Ronaldo. Una eternidad también para Messi, aunque esa circunstancia no se ha dado esta temporada.

Desde la sencillez en su fútbol, la estrella del Barça va derrotándose a sí mismo (suma 42 goles en todo el curso, a solo cinco del récord de la pasada temporada) empeñado en derrotar la figura de Ronaldo, el extraterrestre que aterrizó en el Barça de Robson y Mourinho (entonces ayudante) para protagonizar una inolvidable temporada 1996-97. Messi solo compite contra sus prodigiosos números y no vivirá tranquilo hasta volver a ganar.

Ansiedad lusa

Messi marca más que nunca. Hace dos años, coincidiendo con la jornada 25, llevaba 18 goles, hace uno 22 y ahora son 26. Ronaldo, en cambio, se siente en el centro de una crisis de eficacia. Alejado de su racha más positiva, con 10 goles en cuatro partidos, esa falta de pegada vuelve a acarrearle una gran ansiedad al portugués. Le ocurrió en Champions ante el Lyón el pasado martes. Lanzó una falta al palo y acabó desesperado. En Riazor también disparó a la madera y volvió a descontrolarse. No soporta estar por detrás de Messi. Basta ver los desplantes que tuvo Ronaldo el sábado con sus compañeros, cansado de no recibir balones.