I+D: anclados en el 1,46% del PIB

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Antonio Madridejos / Michele Catanzaro

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Catalunya es un indiscutible motor de la ciencia española si se tiene en cuenta el número de papers o artículos científicos publicados (20%), la captación competitiva de recursos europeos (40%) o el número de centros científicos reconocidos en el programa Severo Ochoa (50%), entre otros indicadores. No en vano, Carles Puigdemont citó en su discurso de investidura el éxito de la ciencia catalana como una de las razones para disponer de un Estado propio.

Sin embargo, que Catalunya supere ampliamente los pobres resultados de la media española no significa que se encuentre a un paso de convertirse en la nueva Dinamarca del sur o en el Massachusetts mediterráneo, como a sus gestores les gusta pregonar. De hecho, poco ha cambiado en los últimos dos años de legislatura: la inversión en I+D sigue anclada y aún no se ha logrado salir del bache de la crisis. 

Catalunya invierte en ciencia el 1,46% de su PIB, lejos del record histórico del 1,7% en el 2009 y de las cifras superiores al 3% de los países más avanzados. El gasto en ciencia de la Generalitat se ha reducido drásticamente de los 1.000 millones de euros a los cuales se acercó en el 2010 (fue de 700 millones en el 2014, el último dato disponible). Los presupuestos se han congelado y prorrogado durante la última legislatura.

El gran éxito fue la inauguración en Barcelona de la nueva sede del Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL)

El efecto de los recortes se percibe con cierto retraso debido a la inercia de las inversiones anteriores, pero puede detectarse. A partir del 2014, por ejemplo, el número de publicaciones catalanas registradas en las bases de datos Scopus y WOS dejó de crecer impetuosamente y se estancó. El cuadro no es muy distinto al del conjunto de España.

Las novedades en los últimos dos años han sido escasas y buena parte del éxito se sustenta en iniciativas que acumulan un largo recorrido, como el programa ICREA de captación de talento, que dio sus primeros pasos en el año 2000; los centros Cerca, una red de institutos de excelencia con un funcionamiento muy moderno, que se creó en el 2005, y hasta el Plan de Doctorados Industriales, que funciona desde el 2012.

El acontecimiento más destacado de la legislatura fue la inauguración el pasado 10 de abril de la sede de Barcelona del EMBL, el laboratorio europeo de biología molecular, cuyos cuarteles generales generales se encuentran en Heidelberg (Alemania). La llegada del nuevo instituto fue el resultado de un trabajo conjunto de la Secretaría de Estado de Investigación (Ministerio de Competitividad) y el Departament d’Empresa i Coneixement de la Generalitat, con el apoyo clave del Centro de Regulación Genómica (CRG).

De crisis y fusiones

Por el contrario, la red Cerca se resintió de los problemas laborales del IREC, instituto especializado en energía, que sufrió un expediente de regulación de empleo, y el pequeño IC3, dedicado al clima, que está en fase de disolución y sus investigadores han acabado incorporándose a otros centros. Un capítulo doloroso fue también la crisis del Parc Científic de Girona, que se encuentra parcialmente en venta (40%) después de que un juzgado decretara un concurso de acreedores debido a una deuda acumulada de 42 millones. 

En el capítulo de las fusiones, siguiendo una política de optimización de medios alentada por la Generalitat, destacó la incorporación del CREAL, centro especializado en epidemiología, al Instituto de Salud Global (IsGlobal). Por su parte, el Centro Nacional de Análisis Genómico (Cnag) pasó a formar parte de la estructura del CRG. 

Sin actividad legislativa

En la última legislatura no se ha aprobado en el Parlament ninguna ley de calado sobre I+D. La ley catalana de ciencia sigue sin avanzar pese a que el exconseller Mas Colell la propuso por primera vez en el 2003 y su aprobación se anunció ya en el 2012. También se ha negociado durante toda la legislatura, sin materializarse, el prometido convenio sectorial de la I+D catalana, que debería garantizar un recorrido claro hacia la estabilización laboral de los científicos en Catalunya.

Aunque el grueso de la investigación pública en Catalunya estuviera adscrita al Departament d'Empresa -con los consellers Jordi Baiget y, fugazmente, Santi Vila-, una de las grandes novedades vino de la mano del conseller de Salut, Antoni Comín, al crear una dirección general de investigación en salud y el programa PERIS, la única convocatoria competitiva de fondos para proyectos de investigación de la Generalitat.

Los efectos del proceso independentista alcanzaron a la ciencia en el final de la legislatura, cuando el control de las cuentas de la Generalitat por parte del Ministerio de Hacienda alcanzó también a decenas de centros de investigación y los abocó a un lento papeleo, aunque sin efectos económicos. Entre las empresas que han cambiado de sede por la incertidumbre política hay diversas con secciones de I+D.