INSTALACIÓN SINGULAR

El Observatorio Fabra renace de color gris

Las obras de restauración recuperan el diseño original de principios del siglo XX

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ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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El <strong>Observatorio Fabra</strong>, centenaria instalación científica situada en la ladera de Collserola, junto al Tibidabo, ha recuperado el aspecto que tuvo en sus orígenes gracias a unas obras de restauración que han durado medio año y que han incluido mejoras en la cúpula y en la fachada, entre otras actuaciones. Sin embargo, el cambio sin dudas más visible es el color: el edificio, que con motivo de los Juegos Olímpicos fue recubierto de un inexplicable amarillo, vuelve a ser de color gris, tal y como lució durante décadas según el diseño original del arquitecto modernista Josep Domènech i Estapà (1858-1917).

Ramon Pascual, presidente de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona (RACAB), propietaria del Observatorio Fabra, y Jordi Portabella, director del Área de Investigación de la Obra Social La Caixa, que ha impulsado las obras, han presentado esta tarde la restauración del edificio y las actividades de divulgación científica de este verano a través del programa Sopars amb Estrelles. La instalación científica recibió el año pasado unos 14.500 visitantes, incluyendo colegios y los Sopars divulgativos.

MECANISMO DE LA CÚPULA

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Uno de los trabajos más importantes ha afectado al mecanismo de giro de la cúpula que protege en su interior al telescopio. "Se ha hecho una actualización del movimiento", destaca Jorge Núñez, director del observatorio. Tras más un siglo de uso, alguno de los dientes metálicos de la cremallera que permite que la cúpula se desplace estaban rotos y ha sido necesario cambiarlos. Además, las más de 50 ruedas sobre las que gira la cúpula estaban desgastadas y también se han sustituido. Finalmente, el motor que hace girar el telescopio se ha sustituido por uno que reduce las posibles imprecisiones. "Algunas cosas se habían ido parcheando como buenamente se podía. Ahora ha sido una reforma completa", añade. 

En cuanto a la cúpula en sí, de 10 metros de diámetro, se han reparado las placas metálicas que la forman y se ha repintado tanto por dentro como por fuera. También se han rehecho las cerámicas originales de todo el perímetro, suprimidas en una restauración anterior. "Las habíamos visto en fotos y blanco y negro. Ahora han resucitado", dice el arquitecto Carles Buxadé, que ha dirigido las obras de restauración, 

Por lo que respecta al edificio, la fachada principal se ha limpiado con áridos. En las otras fachadas se ha repicado el estuco original y los restos de la última reparación hasta llegar a la base. Buxadé explica que para la fachada se ha buscado un material muy similar a la llamada Piedra de Montjuïc, la piedra arenosa con la que se hizo el proyecto original, un material gris con vetas rojizas. "No es que el observatorio tuviera grietas o estuviera en mal estado -insiste Buxadé-, sino que presentaba una imagen que no tenía nada que ver con el original". Asimismo, se han renovado y sustituido las 95 ventanas del observatorio, que ahora son de Climalit, y se ha cambiado toda la carpintería y las tejas de la cubierta.

SERIES CENTENARIAS

El Observatorio Fabra mantiene una triple vertiente científica: astronomía, sismología y meteorología. Evidentemente, Barcelona ya no tiene el cielo diáfano que permitió que el astrónomo Josep Comas Solà, primer director del Fabra, descubriera diversos asteroides. Sin embargo, se siguen realizando estudios muy interesantes, como destaca Núñez. "Antiguamente solo llegábamos a magnitud 12, pero ahora, gracias a la mejora de los telescopios, vemos hasta 19", añade el actual director. Actualmente, las observaciones del Observatorio Fabra se complementan con las que se hacen en el Observatorio Astronómico del Montsec, con un nuevo telescopio compartido con el Real Observatorio de la Armada de San Fernando. Finalmente, el Fabra destaca por sus series centenarias en meteorología y sismología.

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