El domingo día 16 de octubre, sentí unos mareos muy fuertes después de comer. Como vivo en Barberà del Vallés pensé que, con todos los recortes y el cierre de ambulatorios que daban asistencia las 24 horas, si iba al Hospital Taulí me pasaría en la sala de espera tres o cuatro horas. Recordé que en Sabadell quedaba uno de los pocos ambulatorios que no han cerrado las urgencias, el CAP Sant Félix. Y allí fuimos, con mi mujer al volante. Había bastantes personas esperando, pero me atendieron relativamente pronto, en menos de 20 minutos. El médico de guardia que me visitó dijo que debía ponerme un medicamento llamado Dogmatil en inyectable, pero que el centro no lo tenía desde hacía tiempo; que teníamos que comprarlo nosotros. Nos hizo la receta y mi mujer fue a buscarlo a una farmacia de guardia. Volvió al cabo de una hora con la medicación y con una sorpresa. En todas las farmacias que visitó le dijeron que no suelen tener el Dogmatil inyectable en el almacén, que lo venden bajo pedido; también le informaron que podían dispensársela en pastillas. A pesar de que no era exactamente lo que había recetado el médico, lo compró y es lo que llevó al CAP. El problema es que no hace efecto tan rápido como la inyección; hay que tomar una cada ocho horas al menos un día. Es muy triste que nos pase esto en Catalunya. No hay medicación en los centros pero seguimos pagando los dos céntimos de más en la gasolina, además de nuestra cotización a la Seguridad Social.
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