Martes, 15 de marzo del 2011 M. A. D. / R. L. M. (Gósol)

Somos dos abuelos de 77 y 79 años y hemos pasado tantas crisis, que ya no importa una más. Pero queremos dar nuestras opiniones referentes a la sanidad pública de Catalunya. Las últimas reestructuraciones en materia de salud, con esa reducción de presupuesto que afecta a cientos de miles de ciudadanos, nos han causado un gran enfado; es la gota de agua que desborda el vaso. La mayoría de la gente dice que conoce la historia del país, pero parece que la ignore, sobre todo los jóvenes. Algunos que ahora no contamos para casi nada, pero que votamos, hemos vivido (o nos la contaron nuestros padres) la República, la guerra civil, la posguerra, la segunda guerra mundial y un Gobierno, el de Franco, que no nos dejaba --bajo pena de prisión-- ni hablar, ni escuchar, ni ejercer nuestros derechos. Esto lo hemos vivido muchas generaciones de jóvenes y no hace falta decir lo que sufrimos. Después de la muerte del dictador, cuando creíamos que iríamos recuperando la democracia y lo que eso comportaba, los mismos que traían o definían lo que sería el cambio poco a poco nos han ido quitando los frágiles derechos que habíamos adquirido, y finalmente, cuando ya tenemos ya una pierna en el otro barrio, nos recortan las aportaciones de la Seguridad Social que nos corresponden, ya sea la asistencia médica primaria o, cuando hace falta, la cirugía. En nuestro caso, el abuelo está pendiente de una segunda cirugía de prótesis de la rodilla, desde hace ocho meses, en el Hospital Comarcal Sant Bernabé, de Berga. La operación quirúrgica estaba programada para el 17 de marzo, pero el otro día nos llevamos la desagradable sorpresa de que la aplazaron `sine die¿. ¿Cómo es posible? ¿Qué pretenden, que el hombre se muera para que la `conselleria¿ ahorre gastos? No hay derecho a lo que está pasando. Si todos los ciudadanos que nos sentimos afectados por las carencias sanitarias formáramos un partido, muchos políticos perderían la poltrona.

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