Martes, 18 de octubre del 2011 Alicia Giménez López (Barcelona)

Lo que voy a relatar sucedió en Barcelona el 8 de octubre. Mi padre, de 77 años, hemipléjico y con afasia, sufrió una caída en la residencia de los Llars Mundet. Pasadas las cuatro de la madrugada, la doctora de guardia me comunicó que había que trasladarlo a urgencias del Vall d¿Hebron, pues se había golpeado en la cabeza y tenia vómitos; solicitaba la presencia de un familiar para acompañarlo. Ante la imposibilidad de trasladarme a tiempo desde Figueres, donde me encontraba en ese momento, acudió mi madre, de 71 años, que padece epilepsia y una lesión en la columna vertebral que limita mucho su movilidad. El traslado en ambulancia y la atención y el parte médicos se realizaron con gran celeridad, y a las seis de la mañana recibió el alta en urgencias. Desde el hospital solicitaron una ambulancia para volver a la residencia. La ambulancia llegó a las dos de la tarde, tras las reiteradas llamadas del personal de guardia de los diferentes turnos que intentaron paliar la incómoda espera de ocho horas que sufrieron mis padres. El vehículo en cuestión carecía de la adecuada suspensión, era viejo y destartalado, y su personal explicó que la tardanza se debía a los recortes del Govern, pues, según ellos, solo disponen de dos ambulancias en toda el área urbana de Barcelona para dar servicio a los traslados no urgentes. Si es cierto que solo hay dos ambulancias destartaladas para toda la ciudad de Barcelona, es encomiable el ahorro que esto supone, y si no es verdad, la incompetencia y la irresponsabilidad de los que gestionan el servicio también es evidente. No olvidaré nunca a estos `consellers¿ y a este `president¿. Ah, y espero que el portavoz Francesc Homs, pese a que no cobre la paga de Navidad, pueda comprar su bicicleta nueva, pues he leído que necesita una.

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