Ya se notan las consecuencias de los recortes, y lo peor es el anuncio de que esto irá a más. En momentos de la angustia de la enfermedad, sufrir una mala atención es de las cosas más duras que nos pueden pasar. Es verdad que la deuda es grande, que hay que recortar, pero los `recortados¿ tenemos que ver congruencia en los `recortadores¿, y yo no puedo entender que me atiendan peor de mi enfermedad cuando se gastan tantos millones en aprender catalán y en tanta embajada autonómica en el extranjero. Eso es un lujo difícil de entender en momentos de penuria.
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