Sábado, 16 de julio del 2011 Amadeo Olivart y 15 firmas más (L'Hospitalet de Llobregat)

El 28 de junio, a las 12.15 horas, en la plaza del Centre, en el distrito de Les Corts de Barcelona, un grupo de amigos encontramos a un hombre tumbado en el suelo. Estaba inconsciente, no se movía. Lo pusimos de lado y le colocamos un bolígrafo entre los dientes para que no se tragara la lengua. Mientras, uno de nosotros llamó al teléfono de urgencias 112. Aquí empezó el calvario: la chica que atendió la llamada le pasó con un médico, y este empezó a hacerle preguntas, que mi amigo iba respondiendo. Los demás estábamos pendientes del estado del hombre, y al ver que se le estaba amoratando la cara y se le había escapado la orina, cogí el móvil y llamé, por mi parte, al 112 para pedir urgentemente una ambulancia. Me contestaron que ya tenían noticias del caso. Había pasado un cuarto de hora y mi amigo seguía hablando con el 112 desde su teléfono. Mis amigos y yo nos pusimos muy nerviosos al ver lo mal que estaba aquel hombre, al que una chica del grupo le hacía masajes cardiacos. El tiempo pasaba y no aparecía ninguna ambulancia. Al cabo de cinco minutos volví a llamar al 112, llamada que repetí tres minutos después. Me dijeron que la ambulancia ya estaba en camino. A las 12.40 horas llegó la ambulancia y su personal, al ver el estado del hombre, actuó rápidamente. A los pocos minutos llegaron otra ambulancia, la Guardia Urbana y los Mossos. ¿Cómo es posible que una ambulancia tarde 25 minutos en llegar a un sitio céntrico, y más habiendo dicho que era un caso de extrema gravedad? Se trataba de salvar la vida de un ser humano. Me gustaría que se revisaran los procedimientos de actuación para que casos como este no se vuelvan a repetir. No sabemos si, a pesar de la intervención médica, aquel hombre pudo salvar su vida.

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