El otro día me sentí como James Stewart en la película de Hitchcock. Por una reciente operación de rodilla no me puedo mover de casa, y desde la ventana contemplé una escena que me llenó de impotencia. Desde hacía 10 días, una pareja sin techo con su perra, la encantadora Kira, habían ocupado un solar ruinoso en la confluencia de la calle de Granada con Sancho de Ávila. No crearon ni un solo problema. En casa les intentamos ayudar en lo posible: comida para ellos y la perra, ropa, carteras escolares que ya no usábamos para que pudieran llevar sus enseres. Esa mañana contemplé desde la ventana de mi casa cómo hasta cuatro urbanos los desalojaban. Dos motoristas y dos en coche camuflado. Ellos, con toda la dignidad del mundo, incluso barrieron el rincón que habían ocupado. Y tuvieron que marcharse con sus pertenencias y Kira hacia otro lugar, a saber dónde. ¿Como pueden pasar estas cosas? ¿Esta es la ciudad que queremos?
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