Domingo, 21 de diciembre del 2014 Manuel Ramo (Mollet del Vallès)

En buena medida, somos una sociedad resignada y desilusionada y me temo que, con esa actitud, todas las probabilidades juegan en contra de un futuro gratificante a corto o medio plazo. Enredados en la burocracia y en la economía coyuntural, no somos capaces de levantar la vista y aspirar a algo más, no podemos imaginar pautas de comportamiento que nos saquen del torbellino que nos arrastra y nos coloquen en el camino de las soluciones. Confiar en una justicia superior que nos saque del barrizal es una actitud pueril y conformista que solo hace que los problemas se agudicen y las oportunidades se esfumen. Hay problemas que no desaparecerán mirando en otra dirección y/o esperando a que se solucionen solos. Es una apuesta muy arriesgada la inacción, porque las oportunidades se pierden y no se recuperan. Y es mejor fracasar que no haberlo intentado. Necesitamos políticos con ideas, con ambición, firmes y orientados a objetivos claros y valiosos para la sociedad. Y necesitamos que nosotros mismos nos demandemos ser mejores cada día, tomemos responsabilidad de nuestro destino y nos arriesguemos. Porque si no cada vez seremos más los del Sur. Te propongo un experimento: piensa en un problema colectivo, sea el paro, la organización política del Estado, la situación económica, la pobreza, la corrupción o la educación. Pregúntate qué crees que se hace por solucionar sus causas raíz (no digo dar subvenciones y ayudas o jugar con los impuestos, digo actuaciones a medio y largo plazo con objetivos claros). Ahora pregúntate cómo lo afrontan países más evolucionados (nórdicos, anglosajones o el referente que tengas). Lo hacen diferente ¿no? A lo mejor incluso no lo tienen, o no en el grado en que nosotros los padecemos, precisamente porque lo afrontan. Y no juegan a la burocracia, a las medidas coyunturales, ni confían en la lotería, ni se encomiendan a la justicia mágica.

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