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EL 27-S

Una de piratas y filibusteros

Martes, 1 de septiembre del 2015 Juan Zamora (Sant Feliu de Llobregat)

La famosa Isla de la Tortuga fue habitada durante siglos por piratas y filibusteros que encontraban en ella un lugar donde esconderse, después de atacar cualquier barco que zarpara hacia el viejo mundo. Los nacionalismos, desde los inicios de la democracia, han tenido semejanzas con esta isla caribeña: lugar de refugio para quienes zarandeaban el árbol de los agravios reales e inventados. Sus moradores han armado un discurso usado siempre como cañonazos a la línea de flotación de la convivencia en ese mar embravecido en donde se han movido como pez en el agua. El discurso territorial, los conflictos que los marineros de a pie apenas entendíamos porque lo que nos importaba era acudir al camarote del galeno y ver que siempre faltaba una botella de ron para nuestras heridas o que nunca había tinta para escribir nuestros versos.
El nacionalismo ha sido usado por gentes avaras en beneficio propio; ha sido la gran excusa de corsarios, capitanes de galeón de día y piratas de noche, donde acaparaban las mordidas del poder. El nacionalismo de uno y otro lado es la gran estafa para la marinería, para esos que solo aspiramos a llegar a puerto con nuestro trabajo, sin que ningún grupo de filibusteros nos lo impida. La Isla de la Tortuga, ese paraíso, ha sido descubierto y solamente esperamos que las riquezas y tesoros sean hallados y dispuestos para que la marinería haga un buen uso de ellos, porque si el mapa del tesoro es un engaño de rufianes, pensaremos que seguirá existiendo una Isla de la Tortuga. 



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