En la Sala Ciutat de Manresa vimos las primeras películas de miedo y de risa y los festivales de escuelas de ballet con esas niñas de tutús erizados y moños tensados. De mayores, íbamos por el Cine Club, las 24 horas de cine y las obras de la Inocentada de Manresa. En los 80, disfrutamos de las primeras obras de teatro que salían de Barcelona, los primeros Tricicle y los Imagina’t para los niños. Hace unos años, llegó el silencio, las luces apagadas y las puertas cerradas. El 11 de enero se hará una fiesta de despedida en esta sala que tanto nos ha distraído, nos ha enseñado y nos ha descubierto y que, en cierto modo, ha sido el nido de un impulso cultural que quizá ha hecho que hoy el Kursaal luzca una programación de teatro, danza y música que enorgullece la ciudad y la comarca. Espero estar presente en la despedida, quizá humilde pero seguro que muy digna, de una sala que ha sido durante 50 años la casa de muchos.
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