Los recientes incidentes en Magaluf son un claro reflejo de la imagen de España en Europa: desfase, fiesta y poca seriedad. La tolerancia y permisividad ante todo tipo de conductas de los jóvenes turistas contribuyen a convertir España en el país del todo vale, animándoles a realizar aquellas actividades vejatorias que no están permitidas en sus países. Este nivel de descontrol y de indulgencia no es un caso aislado en Mallorca. En Barcelona aumenta el número de visitantes y la ciudad se parece cada vez más a un "parque temático, un decorado para turistas", como se denuncia en el documental Bye Bye Barcelona, y a que cada vez sea más insostenible la convivencia entre ciudadanos y visitantes, un hecho agravado por la proliferación de los pisos turísticos. Si no queremos que España se convierta en el burdel de Europa hay que regular el turismo masivo en las ciudades al mismo tiempo que se debe limitar el número de licencias de apartamentos en las ciudades para fomentar un turismo responsable.
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