Ahora mismo soy una alumna que acaba de finalizar su etapa como estudiante de bachillerato con una nota promedio de 7. La única diferencia que encuentro con respecto a mis compañeros es que desde pequeña yo he tenido el conocido TDA o trastorno de déficit de atención. Este escrito va dirigido a todos aquellos padres que tienen hijos con este problema. Deben recordar que sus hijos son igual o más inteligentes que el resto de alumnos, y que lo único que necesitan es un poco de ayuda y apoyo de su parte. ¡No arrojen la toalla! Y si no,
mírenme a mí: cuando estaba en primaria solo un par de profesores me apoyaban; el resto querían hacerme repetir curso y decían que nunca pasaría de la ESO. Solo con talento y esfuerzo se llega donde cada uno quiere y ahora, once años más tarde, he conseguido lo que nadie creía posible y esta semana me enfrentaré a la selectividad. Todo gracias a mis padres, que me han ayudado desde el primer día .
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