Seguí con cierto interés el debate de política general en el Parlament. Sin entrar en las ideas que se expusieron, me entristeció ver la actitud, también psicológica, de algunos de los representantes electos que parece que solo van a hacer daño, a herir. El president no ofende, ni insulta, si se irrita más de lo retóricamente necesario, pero otros parecen desesperados en hacer daño. Y yo me pregunto: ¿me puedo fiar de quien solo rompe, y no intenta construir? Lo más grave es que ofendiendo al president o a otros ofenden también a los catalanes. Esto no es un reality show o telebasura, donde los vejados cobran por ser maltratados. Quien insulta a las autoridades también desprecia mi dignidad.
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