Sábado, 20 de diciembre del 2014 Pere Brunet (Barcelona)

Hablamos de petróleo y del fracking, pero hablamos poco de la estafa que conlleva el sistema de cálculo de los costes del petróleo, que es lo que acaba haciendo rentable el fracking. No solo habría que reducir emisiones, sino ser proactivos y retirar CO₂ de la atmósfera. Cada día que pasa empeoramos las condiciones de vida de nuestros hijos y nietos. Hay una fuerte discusión sobre si el fracking puede afectar al medio ambiente por el escape en aguas subterráneas de productos químicos y residuos, así como por la liberación de gases de efecto invernadero. Lo que está claro es que es rentable a corto plazo y permite continuar extrayendo petróleo durante algunas décadas, a un costo total que nadie ha analizado. Más combustibles fósiles, más emisiones, menos inversión para la investigación en renovables, más independencia energética de EEUU, menos guerras en Irán e Irak. Más pan fácil para hoy y mucha menos calidad de vida para nuestros bisnietos. Eso sí, es la felicidad a corto plazo para EEUU, que ha aumentado sus reservas probadas de gas cerca de un 40% en cuatro años. Cada vez hay más voces que dicen que las teorías económicas actuales son incorrectas, y que hay que cambiar la manera de calcular el valor de los productos. El coste (y el precio) de los combustibles fósiles debería ser mucho más elevado e incluir el coste de la captura del CO₂ que producirán al quemarse, más un sobrecoste para reducir su concentración en la atmósfera.

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