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DESAFECCIÓN

Tiempos de vergüenza

Miércoles, 26 de noviembre del 2014 Àngel Comas (Barcelona)

Mientras cenábamos, mi hijo pequeño comentaba con indignación el caso de la abuela de Vallecas (Madrid) desahuciada por haber avalado un préstamo de su hijo, que este no pudo afrontar. A mí, como poco, me produce vergüenza ajena. Y asco por el sistema económico y social actual y aquellos que lo defienden acusando a quien no lo hace de demagogia. Un país no se puede considerar avanzado mientras los temas sociales no estén en lo más alto de la pirámide. ¿Cómo se puede tener la indecencia de sacar de su casa a una persona de 85 años, aunque sea para hacer efectivo un aval, mientras las corruptelas de las clases dirigentes o acomodadas llenan cada vez más nuestro día a día? Y dicho esto ¿por qué se envía a la cárcel a los corruptos millonarios? ¿No sería mejor hacer que devolvieran todo el dinero o hacerlos trabajar y que una parte importante de lo que ganaran sirviera para cancelar  su deuda? ¿Y para qué se destinan recursos a trenes de alta velocidad o aeropuertos de lujo o en el peor de los casos inútiles, cuando hay gente mayor desatendida, hospitales bajo mínimos o escuelas donde se raciona la calefacción? ¿Y por qué se ganan tan bien la vida los políticos? ¿Y por qué incumplen siempre y de manera impune sus programas? ¿Y por qué no se deja a la sociedad expresarse sobre el tema que sea, escudándose en la legalidad? ¿Y por qué una persona que haya perdido el trabajo se puede llegar a encontrar sin ningún tipo de ingreso o con una ayuda simbólica? ¿De qué se supone que tiene que vivir? ¿Y por qué se deja que las entidades financieras ganen como ganan tantos millones a cuenta de la mayoría de los ciudadanos? ¿Y por qué hay niños mal alimentados? ¿Cómo podemos seguir así y no hacer nada para cambiarlo?



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