Ya hace tiempo que, en Barcelona, las fiestas mayores han tomado un talante grotesco. A las usuales calles adornadas y al ambiente festivo se han añadido una música delirante, gritos atronadores y escenas de suciedad y falta de civismo en las calles. Como vecina de Sants, diré que es casi imposible dormir si tu casa da a una de estas calles con animación. Según el ayuntamiento, el nivel de decibelios es el permitido. Ante esta respuesta ¿tenemos que callar? En el barrio hay niños, personas mayores, gente que al día siguiente tiene que ir a trabajar y enfermos que necesitamos descansar por las noches. Propongo que todo aquel que lo necesite para sobrevivir pueda disponer, durante las fiestas, de una semana de hotel a cargo del ayuntamiento. De esta manera, además, el sector de la hostelería viviría un incremento de clientela que a la larga repercutiría en la economía nacional. Yo lo propongo. O eso, o en cuatro días todos locos.
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