Cada uno puede soñar con el futuro que más desea, otra cosa es la probabilidad de que se haga realidad. Hay que debatir los retos del nuevo Estado según las diferentes sensibilidades; es necesario que todo el mundo aporte ideas, agruparlas según las afinidades, y escoger democráticamente. Habrá que dotar a ese nuevo Estado de identidad, lengua y cultura propias. ¿No las tenemos ya? Sí, pero ¿pueden continuar representando los mismos valores y sentimientos? Por identidad, entiendo orígenes e historia. En los últimos 10 años hemos pasado de 6 a 7,5 millones de ciudadanos en Catalunya. Y antes, entre 1960 y 1980, se dobló la población. ¿Pueden sentir como suyo los recién llegados nuestro origen carolingio, la leyenda de las cuatro barras...? Hay que buscar entre todos esa identidad en el futuro colectivo mayoritariamente compartido. Y lo mismo vale para la lengua y cultura. ¿Lo sabremos hacer? Es el gran reto. Podemos lograrlo en un nuevo Estado, catalán y demócrata.
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