Cada sábado por la mañana suelo dar un largo paseo por Collserola. Por las pistas y veredas coincidimos jóvenes runners, senderistas como yo, ciclistas, personas de la tercera edad... Normalmente, la convivencia es buena y todo el mundo respeta los espacios de los demás. Pero cada vez es más frecuente encontrarse con grupos de ciclistas que no acaban de entender las normas de convivencia. El hecho de circular en grupo y con vehículo les da esa sensación de superioridad. Gritan de manera escandalosa, ocupan toda la pista... Y no es por falta de información, porque hay paneles en los que se detallan las normas básicas. Parece que en este país las cosas solo funcionan si hay sanciones; por lo tanto, bienvenidas las sanciones.
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