Jueves, 3 de septiembre del 2015 Olga Santisteban (Zalla (Vizcaya))

Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Muchos hemos visto en estos últimos días las imágenes sobrecogedoras e impactantes en la república de Macedonia de inmigrantes y refugiados, adultos y niños, peleando literalmente por conseguir subir a un tren, hacinados como el ganado, con el sueño de alcanzar esa meta donde creen que la vida les puede ir mucho mejor que en sus países de origen. Huyen desesperadamente de guerras, hambrunas, regímenes dictatoriales, jugándose la vida en frágiles embarcaciones, en muchos casos engañados por unas mafias a las que han entregado todo cuanto poseían. Los llamados países civilizados, muchos de ellos europeos, como antiguas potencias colonizadoras de  gran parte de África, la antigua Indochina o los países árabes, que fueron en muchos casos sus protectorados (Siria, Irak...), puede que tengamos gran parte de culpa, después de expoliarles y venderles las virtudes del  mundo moderno y de la civilización occidental. Ahora toca al revés: somos nosotros los 'invadidos' por estas otras culturas, aunque a algunos les molesten. Sobran las palabras.

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