Auspiciado por la certeza de que era imposible que el pueblo escocés abrazara la independencia, David Cameron decidió dar una lección a los nacionalistas escoceses y en una maniobra arriesgada les obligó a formular una única pregunta clara. Un error garrafal que tuvo que arreglar con emotivos discursos a última hora. De ser tratado como un bufón, Alex Salmond pasó a dejar como bufones a los políticos de Westminster. De un resultado rotundo se pasó a una lucha igualada. No estará del todo contento, pero no ha cometido ningún error de bulto. Y su objetivo real era más autogobierno para Escocia, más reformas y competencias. Estos temas son complejos, aunque en mi opinión es triste ver como al mismo tiempo que se promueve una súper Unión Europea, una confederación de estados e identidades, pequeñas regiones quieran separarse de sus países de procedencia. ¿Tienen más en común con países de Asia que con sus vecinos con los que en algunos casos llevan conviviendo siglos? Escocia tiene petróleo, una historia propia (fue un país independiente durante siglos) y una política más socialista que la de Inglaterra. ¿Pero no son estas diferencias buenas para un mismo país? ¿Conseguiría una Escocia independiente seguir siendo tan especial? Es chocante ver como el Reino Unido siempre ha sido considerada una potencia, una propuesta atractiva para ir a vivir, y que al mismo tiempo Escocia se quisiera independizar.
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