Martes, 31 de marzo del 2015 David Uriach (Gualba)

Otro cambio de horario y de nuevo se escuchan opiniones encontradas sobre la conveniencia o no de esta medida. También hay quien aboga por un retorno al huso horario que correspondería según la hora solar (esto abriría otro debate, porque el reloj de sol de la fachada de enfrente de casa marca una hora diferente que otro colocado en el extremo más occidental de la península). Me sorprende que se haga una relación indisoluble entre el horario solar y la racionalización de los horarios laborales. En los últimos años, yo he entrado a trabajar y he salido a la misma hora independientemente de qué posición ocupaba el sol en su trayectoria. He tenido las mismas horas de pausa durante la comida tanto en el horario de invierno como en el de verano. La productividad en el trabajo no ha variado en un época u otra, la conciliación familiar no ha mejorado y tampoco ha aumentado el tiempo dedicado al ocio. Verano e invierno, mis hijos han entrado y salido de la escuela con las mismas pautas y los comercios han abierto y cerrado puertas con las mismas rutinas. El problema, pues, no lo veo en la hora solar ni en la que marcan las agujas del reloj, sino en las horas perdidas que dedicamos a las pausas en los centros de trabajo.
 

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