Afirma el principio de Hanlon que no se debe atribuir a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez. Pero cuando ves que el modelo económico de este país, el ladrillo, se va al traste, y los políticos suprimen las inversiones en I +D; cuando ves que para combatir la economía sumergida, la solución se limita a amnistiar a los grandes defraudadores y subir los impuestos a los demás ciudadanos; cuando para proteger la dignidad de las mujeres, optan por ningunearlas convirtiéndolas en simples recipientes para la gestación sometidas al paternalista legislador; cuando para luchar contra la pobreza deciden reducir o incluso eliminar las coberturas sociales; cuando para proteger el empleo, se abarata el despido; cuando el inequívoco clamor de un pueblo se califica de reivindicación ilegal; cuando ves que una ILP con 1,5 millones de firmas se convierte en una burla en el Congreso de los Diputados; cuando ves que hay delincuentes que campan a sus anchas en la impunidad mientras la gente pasa hambre... Cuando ves todo eso y decenas de cosas más, es difícil, muy dificil, intentar no pensar que algo de maldad hay detrás de todo ello.
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