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POLÍTICA

El proceso soberanista: Nada es irreversible, nada continuará como hasta hoy

Domingo, 21 de septiembre del 2014 Javier Gamero (Santa Cruz de Tenerife)

El deber de los políticos es solucionar los problemas, no agravarlos.   Cierto es que el catalanismo político vio una ventana de oportunidad para alcanzar sus objetivos políticos máximos en el 2012 con la tremenda crisis que se vivió en España, una crisis que no solamente fue económica sino también institucional. Pero transcurridos dos años, parece claro que conseguir esos objetivos de máximos se antoja mucho más difícil y con un coste mayor de lo inicialmente imaginado.
La población de filiación catalanista está muy soliviantada. Es cierto lo que dice el president de la Generalitat.  Artur Mas: sentimentalmente, esta parte de la población de Catalunya se encuentra ya muy lejos de España. Pero lo que no es cierto de este discurso es que ese sector de la población, incluso admitiendo su innegable peso y su importancia, sea  toda la sociedad catalana. No lo es.
El Estado español se muestra incapaz de explicarse, de exponer sus razones de presentar algún tipo de relato propio en Catalunya. El Estado está ausente, se embriaga con su ínfíma empatía mientras se solaza con el cuerpo legal. Nada es irreversible en el momento en que estamos, pero nada quedará igual. Los Gobiernos estatal y autonómico deben dialogar y acordar una serie de puntos y, después de eso, reunirse y dialogar con el resto de agentes políticos  del Estado porque habrá una mutación de la estructura del Estado que afectará a todos. El acuerdo tiene que ser profundo y significar un avance claro en la autonomía de Catalunya y también en la coherencia del Estado, de larga duración y respetado, no socavado ni denunciado como escaso o insuficiente al día siguiente. El acuerdo ha de buscar el beneficio común, no solo  el particular, y debe hacer inviables e inadmisibles futuros movimientos desde la deslealtad institucional.



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