Domingo, 23 de noviembre del 2014 Judit Martínez (Abrera)

Estoy indignada, no sé si con las empresas o con mis compañeros de trabajo, los profesionales de los recursos humanos. Cuando sabes de una persona a la que le entusiasma trabajar como comercial de productos farmacéuticos; cuando conoces desde dentro las empresas del sector; cuando sabes de primera mano cómo funcionan los recursos humanos y ves unas 20 candidaturas descartadas en los portales de empleo y ni siquiera una entrevista, empieza la desesperación. Una persona con 20 años de experiencia en la visita médica, sector que le apasiona como nada más en el mundo, una persona a la que si una empresa contrataran se aseguraría ventas... Este perfil es el comercial más infalible del mercado. He entrevistado a mucha gente, diría que a cientos (si no miles) de candidatos y puedo asegurar que si yo fuera la que le entrevistara a él me encargaría de que mi empresa contara con su empeño y ganas. Entrevistar a una persona a la que le encanta el trabajo que le ofreces, que se compromete contigo (ya que le estás dando la oportunidad que hace años nadie le ha dado), alguien a quien no tienes que enseñar y además te asegura ventas de productos, es lo que debería querer toda empresa. Y en este momento no es así, una persona con 53 años, a la que le quedan como mínimo 12 años por cotizar es invisible en el mercado laboral. Los profesionales de los recursos humanos a veces nos olvidamos de la segunda palabra, muchos necesitamos serlo un poco más, ponernos en el lugar de la persona a la que entrevistamos, o ni siquiera eso, de quien  nos ha enviado un correo explicándonos su situación y motivaciones junto con su currículo y que hemos enviado a la papelera al ver la fecha de nacimiento. Seamos humanos, miremos más allá de una arruga o de una fecha de nacimiento. Y si no eres humano, da igual, mira entonces por tu empresa, personas como ellos son los mejores recursos humanos.

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