Hemos vuelto a ver imágenes de muertos en las playas, arrastrados por el mar cuando intentaban llegar a Europa en busca de una vida más digna. Es lamentable que esto se convierta en normal mientras la UE discute si hay que forzar más las políticas de austeridad o bien relajarlas un poco. Me gustaría escuchar de los dirigentes europeos un ejercicio de autocrítica. Durante siglos África ha estado en manos de europeos. Los que están muriendo, los que están a la espera de jugarse la vida para poder pasar en patera o saltando una valla, han sido víctimas de una política colonialista que los ha explotado cuanto ha podido para dejarlos a su suerte. No puede Europa desentenderse de lo que ha provocado. No podemos los ciudadanos ser insensibles a una tragedia que se lleva vidas mientras los gobiernos miran a otro lado. Hay que trabajar ya en programas de desarrollo que permitan una vida digna. Las oenegés podemos ayudar, pero hace falta una política global y firme de compromiso contra la pobreza que hemos ayudado a construir. No estoy por conformarme con que sea normal que para que los niños puedan comer las oenegés deban recoger alimentos y organizar comedores, y no quisiera que se convierta en costumbre ver muertos en las playas. Hay que exigir que los gobiernos se hagan responsables; luego seguro que muchos ayudaremos y completaremos el trabajo, pero no podemos ni conformarnos ni acostumbrarnos a convivir con esta deshumanización.
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