Durante este último año he notado una proliferación descomunal en la ciudad de Barcelona de motos de alta cilindrada: Harley Davidson y similares, motos que fueron concebidas para correr a altas velocidades y ser conducidas en largas carreteras y autopistas. Se trata de motos que rugen y dejan destrozados los oídos de los pobres transeúntes.
¿A qué se debe ese resurgir repentino del mito de 'Easy Rider'? Esos moteros de la gran pantalla eran verdaderos rebeldes que buscaban la libertad en carreteras desiertas de Estados Unidos que se perdían en el horizonte. Estos que circulan por las calles de Barcelona se disfrazan de rebeldes (con tatuajes y ropa de piel incluidas, por supuesto) para llegar a tiempo a la mesa de trabajo de su oficina y cumplir de mala gana con las ocho horas correspondientes de su jornada laboral. Resulta patético por un lado e irritante por el otro. Entre perros, motos y obras públicas por doquier, ¿quién defiende los oídos de los sufridos ciudadanos?
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