Desde hace años se vive una verdadera batalla campal para lograr que los establecimientos comerciales abran los domingos y festivos. Los que presionan, como es lógico, son básicamente las grandes superficies y las macrotiendas del centro de Barcelona. Dejando aparte las zonas relativamente cercanas al puerto, que muchos fines de semana, sobre todo en verano, reciben miles de cruceristas, ¿de dónde piensan el resto de establecimientos que saldrán los clientes? Alguien habrá que aproveche el domingo, es evidente, pero el resto... Siempre he creído que cada uno de nosotros tenemos una capacidad de compra determinada y un presupuesto que no podemos permitirnos sobrepasar, y que por más que abran las tiendas, ¿de dónde sacaremos el dinero para comprar más? En mi ciudad, de unos 50.000 habitantes, alguno de esos días festivos en que se permite abrir me he paseado por las zonas comerciales y, en general, en las tiendas que se habían atrevido a abrir solo estaban los vendedores y casi nadie más. El aspecto que presentaban era más bien triste y patético. ¿Dónde está el negocio? Otra falacia que se esgrime es la de que estos turistas dejan a la ciudad grandes beneficios. Pero ¿beneficios para quién? Para los comercios, no para los ciudadanos, a quienes lo único que les traen son más problemas. Un estudio de Esade y de la Fundació Barcelona Comerç demuestra que solo el 20% de los comercios de Barcelona han facturado en festivo más que otros días, y en ningún caso han ampliado las plantillas.
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