En septiembre de este año me regalaron, aprovechando un ofertón de internet, el permiso de conducir de moto por 49 euros. Incluía matrícula, teórica y cuatro prácticas. Fue un regalo envenenando. En el precio no entraban las tasas de tráfico, el examen y los trámites. Las prácticas las hacía con una moto nueva pero innecesariamente grande, y el profesor daba clases a dos o tres alumnos a la vez. A partir de la cuarta práctica el precio era más alto de lo normal. El examen también era más caro que en otros lugares así como la renovación de los papeles (suspendí dos veces). Decidí cambiar de autoescuela. Ahora ya tengo el carnet; tuve un profesor que solo me daba clase a mí, una buena moto y pagué un precio razonable y sobre todo sin engaños. Un claro ejemplo de que lo que parece barato puede salir caro.
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