Según la Biblia, Dios dijo: "Hágase la luz", y la luz se hizo. Y de la mano de Edison, la luz artificial. Pero un día dejó de funcionar. Es la obsolescencia programada: los aparatos electrónicos solo duran un tiempo determinado. El resultado, explotación ilimitada de recursos y toneladas de residuos que destruyen la Tierra. Pero aún existe la famosa bombilla que lleva 111 años encendida en Livermore (California). Otro caso es el de la bombilla de larga duración inventada en la RDA y que dejó de fabricarse tras la reunificación. Ahora, el empresario Benito Muros quiere comercializar la suya, con 25 años de garantía, y contribuir a detener esta locura. La bombilla ahorra un 92% respecto a las incandescentes y un 68% respecto a las de bajo consumo. En España, las eléctricas producen 47 millones de MW al año y aun así hay que importar entre 6 y 7 millones a Francia. Con la tecnología de Muros nos los podríamos ahorrar (más de 20.000 millones de euros al año). Este obstinado señor ha creado el movimiento Sin Obsolescencia Programada (SOP), y espera que se le unan fabricantes conscientes para detener el crimen ecológico y la injusticia provocada por las materias primas extraídas del Tercer Mundo a precios reventados y devueltas en forma de basura. Cambiar el modo de fabricar supondría un cambio socioeconómico, ya que el sistema está diseñado para comprar y tirar. Pero es falso que así acabaríamos con el mercado; con un producto duradero habría mercado de segunda mano y negocio de reparación, y haríamos un bien al planeta.
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