El supuesto acto de valentía de Obama no es más que un acto de coherencia. El sentido del bloqueo impuesto a Cuba hace más de 50 años por tener una dictadura y no respetar los derechos humanos se desvanece ante la obviedad del flirteo de los países occidentales que lo ejercen con otros donde tampoco se respetan, como Catar, futura sede del Mundial de fútbol, y la Guinea Ecuatorial del eterno presidente-rey Obiang. El respeto de Cuba por los derechos humanos debe ser innegociable, al igual que el de esos países amigos a los que sabemos sonreír aun cuando no hay motivos para hacerlo. "No podemos hacer lo mismo y esperar resultados diferentes", dijo Obama. A lo que hay que añadir que no se puede torturar y tener cárceles fuera de la legalidad internacional y mosquearse porque Cuba no respete la libertad de expresión y el pluralismo político. Hay que tratar de igual forma situaciones iguales; solo eso da legitimidad para exigir. Apostemos, sin hipocresía, por los derechos humanos. No son negocio de nadie. Bueno, hasta ahora sí.
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