El otro día coincidí en un restaurante con una familia con un niño lo bastante grande como para entender que gritar y corretear por las mesas de los demás comensales no es un comportamiento aceptable. El caso es que, molesto por la situación, me dirigí a los padres y les pedí que por favor controlaran a su hijo porque estaba bajo nuestra mesa gritando. La contestación fue aún más irritante: "Es un niño, deje que lo pase bien". Aunque ese niño hubiera sido tan pequeño (no lo era) como para no entender cómo debía comportarse, se trata de un comportamiento que debe ser corregido por el propio bien del niño. La falta de referentes y la permisividad le generarán futuras frustraciones y conflictos cuando sin la protección de los padres este niño crezca y pretenda vivir en sociedad.
A los niños hay que tratarlos como a niños, pero como personas que no viven solas hay que ayudarles a construir el imaginario social que les permitirá vivir respetando a los demás. La educación moderna fomenta la autoexperimentación, ya saben: si el niño quiere hacer algo, hay que dejar que lo descubra por sí mismo. Creo que confundimos libertad y modernidad con egocentrismo y mala educación.
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