Hace ya muchos años, descubrí un pueblo entre Vic y Olot, enclavado en el Collsacabra, subcomarca de Osona, y me fascinó por su belleza. Pero lo que pocos saben es que lo mejor del pueblo medieval de Rupit no son sus casas de piedra de los siglos XVII y XVIII (algunas reproducidas en el Poble Espanyol de Barcelona) ni sus calles erigidas sobre la peña donde parece que el tiempo se haya detenido, ni su paisaje a la vez feroz y bucólico. Lo mejor que tiene Rupit no se ve en un solo vistazo, se tiene que profundizar y convivir para descubrirlo. Estoy hablando de su gente, honesta, sincera, trabajadora y acogedora. Son pocos, pero muy fuertes pues en caso de que algún rupitenc tenga alguna dificultad, todos harán piña para apoyarle. Y a pesar de ser un pueblo tan pequeño, te sientes mucho más acompañado que en la gran ciudad, donde, desgraciadamente, cada vez uno es más anónimo. Muchas gracias por acogernos.
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