Miércoles, 22 de octubre del 2014 Alessandro Malfatti (Barcelona)

El artículo de Ramon Comorera Una larga escapada (20 de octubre), sobre el túnel de alta velocidad ferroviaria en Montcada i Reixac, termina por recordar la presión de una plataforma para que se soterre la línea de tren convencional. Si lo que se quiere es garantizar la seguridad, lo lógico parecería promover la pedagogía y unos buenos pasos a desnivel: a nadie se le ocurre cruzar una autovía indebidamente, ¿por qué la vía del tren sí? Tampoco entiendo que quisiéramos tanto el AVE y luego nos moleste soportar las obras, y también me pregunto cuántos de los que piden el soterramiento usan ese tren. Tal vez si más gente lo usara en lugar del coche dejarían de asociar las vías con una molestia y las verían como una utilidad. En ningún país del mundo ha habido tal obsesión por los soterramientos, y esa inversión, en cambio, le vendría muy bien a nuestro servicio regional, que deja mucho que desear. Será imposible tener unos trenes en condiciones si primero tenemos que gastar millones en enterrarlos.

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