Tras haber analizado y reflexionado profundamente sobre el encuentro que nosotros, diez jóvenes residentes en Catalunya, tuvimos con el presidente del Parlamento europeo, Martin Schulz, el pasado día 30 de octubre, sobre los diferentes problemas que enfrentan a los españoles (en especial, a los jóvenes); un encuentro útil y acertadamente organizado por el Periódico de Catalunya, me siento casi obligado a emitir mi opinión.
No ha sido tarea fácil encontrar un título que encajara con los múltiples sentimientos que he ido experimentando después del debate. Por lo que me he decantado a considerar que Schulz es un político que al menos piensa. A diferencia de la mayoría, ha entendido que no se puede prometer la luna a los ciudadanos, que no se puede invitarlos a bailar a una pista en la que no suena música alguna. En este sentido, recuerdo una de sus respuestas sobre los derechos de la mujer y su libertad para abortar o no, decisión que sufre restricciones por parte de los Estados. Schulz no dudó en contestar que al no ser una competencia atribuida a la UE, la Comisión europea no podría actuar sobre el tema en caso de que se diera como una Iniciativa Legislativa Popular. Una respuesta sin falsas esperanzas, sin demagogia.
También nos dijo que no se debía conseguir el voto y la aprobación de los ciudadanos manteniendo un discurso político que no acepta otras ideologías, tal vez más convenientes que la propia del partido. No se limitó y reconoció públicamente que hemos tenido a los mejores especuladores en lugar de los mejores banqueros, y que es muy injusto que el endeudamiento de los bancos lleve al endeudamiento de los países y por ende de los ciudadanos que asumen las pérdidas a través del rescate, mientras los beneficios son exclusivamente privados.
Fue prudente y reconoció que no se puede hacer una declaración sin pensar en las consecuencias porque puede generar frustración y desconfianza hacia las instituciones públicas más útiles además de descrédito hacia los políticos. Afirmó que los ciudadanos son esenciales para conferir legitimidad al sistema. Me alegra que haya un político que todavía piensa. Con una vara mágica no se podrán solucionar todos los problemas, es evidente, pero los ciudadanos tienen derecho, como mínimo, a ser escuchados y, sobre todo, a no ser engañados con falsas promesas dentro del marco de una política que no les considera como centro de sus preocupaciones. Si así no se procede, los ciudadanos desmontarán lo que en su momento montaron.
Saludo la honestidad del Presidente que al final del debate planteó alternativas sin vendernos un pedazo de luna a buen precio. Existe un déficit democrático que debe ser paliado, y se paliará, porque la indiferencia sólo puede ser momentánea por más que el momento parezca eterno, y la reacción, por si se olvida, es inherente al propio ser humano.
Si quiere debatir sobre este tema, escríbanos aquí
Envía una carta del lector, opina sobre la actualidad y haznos llegar testimonios, denuncias y sugerencias para publicar en la edición impresa y en la web.
MOVILIDAD - Alessandro Malfatti (Barcelona)
SERVEIS - Enric Alfonso (Salou)
BARCELONA - José María Mateo (Santa Coloma)
ACTUALIDAD - Pablo Fuentes (Valladolid)
POLÍTICA - Antoni Tort (Barcelona)