Cuando parecía que en los canales de las galas de televisión no podían alcanzarse cotas más altas de sopor y bochorno, llegó Manel Fuentes: Chistes manidos sobre el ministro, el anuncio de la lotería, Mario Casas y el relaxing cup... Tan solo destacó Joaquín Reyes y su destape al estilo Femen, lo que nos hace pensar que quizá fuera mejor dejar la ceremonia en manos de un grupo de cómicos. Tampoco el reparto de premios arregló el entuerto. No cabe duda del ingenio de David Trueba en los discursos, un talento que no termina de reflejarse en Vivir es fácil con los ojos cerrados, cinta simpática y amable pero que no puede representar lo mejor del año del cine español. Ninguna de las principales candidatas, ni la angustiosa Caníbal ni la sobrecogedora La herida, están a la altura de las cuatro obras maestras europeas que competían por un Goya. Reflexionemos: estos filmes traspasaron fronteras con audacia y sin grandes presupuestos.
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